Michael miró a Wendy, con el corazón roto e indefenso. Wendy se volvió hacia él y preguntó: —Me gustaría preguntarte, señor CEO, ¿cómo piensas compensarme?
Michael respiró hondo. —Sé que no te falta dinero y que cualquier forma de compensación material no tiene sentido —dijo. Tras hablar, Michael bajó la cabeza levemente y se volvió hacia su guardaespaldas. —Pásame una daga —ordenó.
El guardaespaldas no tenía idea de lo qué Michael iba a hacer con ella, pero le pasó la daga de todas formas. Yonina y Wendy observaron a Michael sosteniendo la daga, sin saber qué iba a hacer por un momento. Cuando finalmente se dieron cuenta, la daga ya había sido clavada en el pecho de Michael.
La herida preexistente en su pecho empeoró después de la puñalada. El dolor que Michael sentía le impedía ponerse de pie y cayó al suelo.
Yonina inmediatamente fue a agarrarlo. —¿Te has vuelto loco, Michael? ¡No tienes que ser tan extremista!
