—Hablando de tu destino —la voz de Scarlett se volvió seria—, tu vida está ahora en mis manos. Anteriormente, te di dos inyecciones. La azul ayuda a reducir el dolor y promueve la curación en tu cuerpo. La amarilla, sin embargo, es la verdadera protagonista...
Una sonrisa traviesa apareció en los labios de Scarlett mientras observaba cómo el rostro de Teodor palidecía.
—¿Q-Qué quieres decir, Scarlett? Tú, tú realmente me envenenaste? —Teodor no pudo evitar estremecerse al sentir un escalofrío recorriendo su espina dorsal. Los ojos de Scarlett se clavaron en él con una intensidad que le estremeció el cuerpo entero.