—¿Ya terminaste con todo?— Diamante preguntó a uno de los secuaces que había pasado mucho tiempo en la morgue. Se apoyó en la pared, escribiendo una nota en su teléfono mientras esperaba el informe.
—Todo está en orden, Señorita. Hemos metido el cuerpo de esa vieja en una bolsa para cadáveres y también hemos limpiado a esos seis hombres que ella trajo.
—¿Qué tipo de limpieza?
—El Sr. Phoenix Gray me dijo que no los matara ya que era innecesario y sería un dolor de cabeza encargarnos de sus cuerpos, así que me dijo que los mantuviera encerrados en una casa abandonada e intimidarlos.
—Sí, intimidar y amenazarlos, romperlos lo suficiente para que no se atrevan a hablar sobre su experiencia en esta morgue —dijo Diamante fríamente—. Puedes irte ahora, yo me encargaré de la cremación. El pago para todos ustedes será enviado en una semana.
—Muchas gracias, Señorita.