—Hm, creo que está bien. Vicente nunca cederá a menos que lo bajen de su pedestal. Veamos qué podemos hacer para ayudar a Vernon.
La mandíbula de Chloe se descolgó en el mismo instante en que Dorothea soltó la bomba. Lo dijo con tanta ligereza, como si fuera un tema que valiera la pena discutir durante un descanso para tomar café por la noche.
Dorothea se divirtió al ver el cambio de expresión de Chloe. Parecía que acababa de ver un fantasma o había escuchado a un fantasma hablarle al oído.
—¿Fue tan sorprendente? —preguntó Dorothea.
—¡Por supuesto! —Chloe exclamó—. No puedo creer que estés pensando en ayudarnos a arruinar la vida de Vicente.
—¿Y por qué te sorprende? —Dorothea siguió preguntando—. Creía que ya te había dicho que quiero separarme de Vicente o, de lo contrario, me volveré loca.