—¿Por qué no me lo dices de una puta vez, Diamante? Solo quiero saber qué pasó mientras estuve fuera durante diez años, ¡así puedo hacer algo para protegerla! —dijo Vernon frustrado.
—Señor, ya le prometí a Chloe que no puedo contárselo a nadie —respondió Diamante. Quería asegurarse de que su jefe entendiera el mensaje que quería transmitir—, especialmente a usted, señor. Me hizo prometer no decírselo a usted.
—¿¡POR QUÉ!? —estalló Vernon—. ¿Por qué no querría decírmelo? ¿Cree que no soy lo suficientemente poderoso para protegerla!?
Nuevamente, Vernon comenzó a gritarle a Diamante para desahogar su ira. Era como un niño grande que no tenía control sobre sus emociones, lo que Diamante había comprendido hace mucho tiempo.
No esperaba que el problema fuera tan prominente en su vida.
—Señor, ¿no ve el problema en usted mismo? —preguntó Diamante.
—¿Qué? ¿Ahora me culpas porque Chloe no quiere contarme lo que le pasó?!
…