—No te atrevas a tocar a mi hija, bastardo.
Vicente pudo finalmente reconocer al hombre que tenía delante por su voz. No era otro que Vernon Phoenix Gray, su hermanito, el hombre que arruinó su vida.
La voz de Vernon era calmada, pero contenía mucha rabia detrás, como si no dudara en patear a Vicente hasta matarlo si se atreviera a tocar a Mackie otra vez.
Vicente apretó los dientes, intentó levantarse, pero Vernon lo pateó rápidamente en el estómago.
—¡URK!
El agudo dolor en su estómago fue suficiente para incapacitar a Vicente. Se quedó en el suelo como un lastimoso, encogiéndose mientras se agarraba el vientre, a punto de vomitar su almuerzo.
Vicente miró a su hermano pequeño y maldijo:
—¡Eres una mierda! ¡Voy a denunciarte a la policía!
—Puedes intentarlo —contestó fríamente Vernon—. Pero tú eres el que va a ser arrestado por intento de secuestro. Hay cámaras de vigilancia por todas partes, y verás lo que pasará con tu ya terrible reputación.
