—Entonces, eh... supongo que no somos tan diferentes —dijo Meyer—. Tenemos el mismo principio sobre dedicación y trabajo.
—Mhm —asintió Diamante—. Tú y yo somos adictos al trabajo que no podemos ser molestados por nuestras parejas.
—Sé honesto conmigo, Meyer. ¿Crees que una mujer como yo es inamovible? —preguntó Diamante.
Mayer miró a Diamante por un momento y respondió: —Eres hermosa, Diamante. Es una locura pensar que sigues soltera en este momento. Oh, sabías que todos los guardaespaldas del Gran jefe dicen que quieren tener la oportunidad de hablar contigo en privado como esto.
—¿En serio?
—Sí, todos mis subordinados están interesados en ti —confirmó Meyer.
—¿Eso incluye a ti también, Meyer? —Diamante sonrió provocativamente y eso tomó a Meyer desprevenido.—
—Y—Ah—ehh... bueno, todavía soy un hombre, me encanta ver a una mujer hermosa —admitió Meyer—. Se avergonzó y dijo: "Oh, Dios, olvida lo que dije ahora. Eso es vergonzoso.".