—Chloe sonrió a su hija y asintió—. Claro, cariño. Empacaré el pastel para ti, y podemos llevárselo a tu Abuela Dorothea.
Chloe le echó un vistazo rápido a Vernon y luego fue al refrigerador a buscar el pastel.
Vernon se quedó en silencio en el acto. Su corazón se sentía pesado sabiendo que una niña tan pequeña como Mackie era tan amable y cariñosa con su abuela enferma, mientras que él no podía superar el pasado.
Pero al mismo tiempo, su mente le decía que no perdonara a Dorothea tan fácilmente. Ella tenía que sufrir por lo que le hizo en aquel entonces. Como no podía hacerle daño físico a Dorothea, al menos debería herirla mentalmente.
¡Tenía que sufrir en soledad, sabiendo que su único hijo capaz nunca la aceptaría y moriría de angustia!
Vernon no sabía qué hacer porque su lógica y conciencia luchaban una contra la otra, tratando de dominar a Vernon hasta que él tomará una decisión que pensara que era correcta.