—¿Por qué me culparías por algo que no puedo controlar, hermano mayor? ¡No es mi culpa que te conviertas en el hazmerreír! —protestó Vernon.
Las venas de Vicente aparecieron instantáneamente cuando Vernon lo llamó hazmerreír. Se levantó de su silla y caminó alrededor del escritorio para acercarse a Vernon.
Vicente se paró frente a Vernon, quien todavía estaba sentado en el sofá. Lo miró desde arriba y preguntó: —¿Qué dijiste recién?
Vernon chasqueó la lengua,— Dije, ¡no es mi culpa que te conviertas en el hazmerreír, Hermano mayor!
—¡Tú—! —Vicente levantó la mano y la balanceó hacia Vernon, con la intención de abofetear a su estúpido hermano menor por burlarse de él.
Pero Vernon atrapó su muñeca con una mano sin esfuerzo, lo que sorprendió a Vicente. Solía obtener lo que quería y maltrataba a quien consideraba irritante. No había antecedentes de alguien que intentara contraatacar.
Así que se quedó petrificado cuando Vernon atrapó su mano y se levantó de la silla.
