—Entonces, ¿por qué no vamos a mi apartamento? No está lejos de aquí, debería hacerte sentir más cómodo hablando de cosas privadas, ¿verdad? —propuso Shailene.
Vernon se quedó pensativo por unos segundos. Miró a Shailene, intentando comprender la intención detrás de su invitación.
Era un hombre con mucha experiencia, y cuando una mujer lo invitaba a su apartamento, solo había una cosa que podía suceder a continuación.
Sin embargo, Vernon se negaba a creer que Shailene quisiera acostarse con él. Porque obviamente lo odiaba hasta la médula.
Shailene notó el silencio y la mirada alerta de Vernon, y se burló: —No te halagues, Vernon. Tengo una oficina privada en mi apartamento, ese lugar es donde suelo hablar con mis clientes si no se sienten cómodos hablando en un espacio formal, como en una oficina o clínica habitual.