Chapter 5 - IN VITA

Tenía la lengua en el paladar, distinto giré mi cabeza a mi diestra. Un compañero murmuraba cosas de forma continua, sus murmullos anticipados a lo que tendríamos que hacer los comprendía, pero los demás no eran tan comprensivos cómo yo.

—¡CIERRA LA PUTA BOCA BASTARDO, ME ESTOY HARTANDO DE TU MIERDA! —Gritó enfurecido cómo inquieto—.

Notando con permanencia su arma, un impulso hizo que tomara cartas en el asunto. Mi hacha con su filo oxidado acarició su piel, notando un poco de miedo en su mirada desordenada, vi como soltaba al chico y levantaba su mano libre.

—Okey...okey me calmó —Comento antes de separarse y sentarse en su asiento—.

Descansando mi hacha en el piso, conmigo sentado, tuve un pequeño escalofrío cuando puse el filo del hacha en contra de su cuello y cuándo me senté lo volví a sentir. Suspirando con cansancio cerré los ojos para dejar fluir mis pensamientos libremente, aunque todos solo caí en el bucle de confusión que me rodeaba con respectiva a mi... Madre. Siendo expulsado de mi cuestionamiento, gire a mi lado el chico a quien abría ayudado me estaba llamando la atención.

—Te puedo ayudar en algo amigo —aclaré inclinándome hacia adelante puse atención.

Poniendo atención a su forma corporal, note su cuerpo delgado y presentando ciertos rasgos un poco femeninos en su rostro, que acompañaban su rostro esbelto, de ojos azules y cabello dorado blanquecino.

—Gracias por ayudarme, soy Walt Tanner y tú eres? —Agradeció y continuo preguntando su nombre como extendiendo su mano con formalidad—.

—Ward Clayton, y no hay de que agradecer únicamente hice lo correcto —se presentó estirando la mano con cortesía—.

Nuestras manos se estrecharon entre el abismal silencio que nada más era sofocado por el interminable rugir del motor de la aeronave en donde nos movilizábamos. Separando nuestras manos tome mi postura anterior con más calma y deje de pensar en lo de mi madre por mi bien propio.

Descansando en silencio el estruendo metálico en la pista me hizo suspirar, el volar no era una de mis prácticas favoritas y nunca lo sería, notando las compuertas de la nave me levanté junto a mis compañeros y bajamos, nos movieron para acomodarnos en largas filas y en un altavoz oímos las explicaciones de la prueba.

—Estarán dos semanas en este bosque fuertemente habitado por dragones, su prioridad es sobrevivir, si ya no son capaces de seguir claven su respectiva arma en el suelo, los que duren hasta el final tendrán el derecho a llamarse caballeros primis, se tiene permitido hacer grupos de mínimo 3 si algún grupo superó los 3 integrantes se los dará de baja por completo de la prueba, sin más que decir que la suerte de su lado...POR EL TEMPLO —La explicación termino cuando se juró por el templo—.

Se nos separó del resto y nos dejaron o mejor dicho tiraron, mi cuerpo rompió varias ramas antes de lograr sostenerme de una rama para no seguir cayendo. La espalda me dolía y creo que me abría roto alguna que otra costilla, bajando del árbol camine con un profundo dolor en el pecho abriendo de mi mochila saque una jeringa con un líquido verdoso aparentemente Viscoso. Inyectándolo en mis venas me tomé unos segundos antes de oír el crujir de mis costillas rotas volver a dónde estaban, grite con todas mis fuerzas por lo sucedido. Llevando mi mano a mi pecho respiré con las lágrimas saliendo de mis ojos.

Pero mi grito de dolor llamo a lo que aparentaba ser un dragón. No estaba a mi vista, pero sus pesadas patas y varios árboles siendo derribados me informaron de su gran presencia mayormente proporcional acercándose a mí, diciendo retirarme sin más, tome mis cosas y me fui corriendo del lugar con rapidez.

Anduve caminando buscando un excelente punto en donde lograr instalarme y sobrevivir hasta el final de la prueba. No tarde mucho en encontrar demasiados árboles derrumbados y viendo un gran roble y debajo de este abría un Esqueleto de un dragón, incrédulo me acerque su solo cráneo era más grande que yo por mucho, deciendo hacer algo arriesgado trepe uno de los múltiples árboles que abrían a mi alrededor. Los pinos llenos de vida como de ramas las cuales usaba para seguir subiendo, al llegar a la copa de este aprecie con incredulidad un árbol que se cernía más haya de las nubes como su vista de un cielo lleno de nubes con el sol aun brillando en un horizonte completamente hermoso.

Tomando una decisión rápida deje mi mochila, las abundantes ramas como maleza, me permitía ocultarme a simple vista para evitar cualquier dragón o imbécil con un ego de mierda.

Durante unas horas tale un par de árboles, partiéndolos en diversos pedazos, los clave en el suelo sacándoles una punta tan afilada, puestas cuidadosamente, prepare por así decirlo una protección acompañada de un muro de pinos. Descansando sentando muy tranquilo, frente mía estaba una fogata ardiendo con intensidad. Alrededor de su intensa flama unas cuantas piedras evitaban que el fuego saliera más haya de donde debería de estar. La fogata era lo suficiente grande e intensa para calentarme.

Sintiéndome sereno, el ambiente me recordaba a casa de cierta forma. De un modo u otra quería volver, pero lo haría como un caballero o... Muerto. Escuchando la melodía nocturna no hubo la interrupción de algún rugido de un dragón o cualquier otro animal fastidioso solo estaba mi persona y la oscuridad. Pero lo escuché. Unas pisadas fuera del muro, desconfiado tomé mi hacha. Divisé el óxido y sin esperar un segundo más salí, no pasó por mi cabeza por alguna razón que sería otro participante y sí que lo fue o fueron. Mi hacha apenas y atravesó brevemente su escudo de madera que uso para bloquear el ataque que di. Entrando más en conciencia separe mi hacha, notando su uniforme negro brevemente y sobre el otro el rosado, ambos presentaban heridas uno más que el otro, notando esto, ayude al más herido. La confusión del quién estaba con el era razonable, tire a matarlo y ahora ayudaba a su compañero. Entre la confusión entramos a mi pequeña base.

—De donde es que vienen y que se encontraron para que tu amigo este así —comento para dejarlo en el suelo cerca de la hoguera—.

Cerré el portón de troncos que abría hecho y al girarme de nueva cuenta, una lanza acarició con cercanía mi garganta. En su mirada noté un enojo acompañado con severidad.

—Intentaste matarme ¿qué sucede por tu cabeza imbécil? —preguntó intentando contener su ira—.

—Los confundí con un dragón, es todo además ya baja el arma, y responde la pregunta que hice primero...de que parte del bosque vienen? —se guardó unos segundos antes de preguntar y alejar el arma de su cuello con lentitud con sus dedos—.

—desde las montañas del este, a unas horas de aquí un pequeño grupo de licros nos atacó, los matamos, pero mi amigo terminó herido y aquí nos encontramos y por lo que veo tienes más experiencia que nosotros en este terreno —comento alejando por fin por completo la lanza para clavar el lado sin filo en el piso aún lado suyo—.

Notando un poco más su apariencia noté una tesis morena, de pelo blanco grisáceo largo y amarrado en una coleta de caballo en la parte de atrás de su cabeza, un ojo cerrado y una pequeña cicatriz bajo su ojo cerrado, que complementaba su uniforme rosa.

Estoico me acerqué al árbol que quedó en el centro del muro de troncos, trepándolo subí hasta la copa en donde dejé mi mochila, bajando de nueva cuenta, saqué de mi mochila medicamentos y un poco de vendas para hacer lo que tenía que hacer.

—Mis conocimientos médicos son casi escasos, pero lo que haré ahora necesitaré un poco de ayuda así que desinfecta tus manos —comento antes de entregarle un sobre de gel de uso médico—.

Viendo como se limpiaba las manos, hice lo mismo al hacerlo recordé lo que sasya me enseñó, siendo cuidadoso le quite el uniforme al chico, de tesis blanca y cabello azul opaco corto, que ayudaba a su mirada azul brillante.

—Solo tiene mordisco o se rompió algo... Amigo te duele demasiado alguna parte en específico —preguntó al chico quien se veía bastante débil—.

—N-no únicamente l-los mordiscos y a-arañazos nada más —comento con debilidad en sus palabras—.

Asintiendo ante aquella respuesta, tomando algodón y yodo, comencé con la desinfección de las heridas que eran demasiado abiertas, pero no eran para tanto, aún podía hacer algo. Poniendo el algodón él se contorsionó por el ardor que sintió cuando el químico estuvo en contacto con la piel y carne dañada alejando el algodón después de unos segundos, este estaba manchando con sangre y el yodo que era un poco café, su compañero me paso más algodón impregnado en yodo y continúe con la desinfección, abriendo unas gasas las puse en las heridas.

El chico estaba exhausto por el dolor por el cual tuvo que pasar.

—Bien ya casi terminamos, exclusivamente falta una inyección con antiinflamatorio y más cosas, con esto, amaneceres un poco mejor —comento, pero noto en la cara del joven un gran miedo puesto en la jeringa en su mano—.

—Y-Ya estoy b-bien así n-no veo el p-porque hay que recurrir a i-inyectarme, entonces b-baja esa jeringa a-amigo —dijo con miedo respectivamente a la aguja sobre la jeringa—.

De la nada ante mi mirada, su compañero lo tomó por los brazos, para evitar que se movieron demasiado y se lastimara más.

—dale la vuelta la inyección va en las pompas.

—¡L-LAS POMPAS N-NO!

Cuando este estuvo de espaldas le baje un poco los pantalones, al ya tener el punto solo inyecte de la nada el grito con todas sus fuerzas asustando a cualquier otro participante o animal que lo oyera.