James se encontraba inmerso en la práctica de su técnica de meditación, la cual le permitía recuperar su mana y potencialmente aumentarlo o refinarlo, dependiendo de su dominio. Sin embargo, aún no era capaz de dominar las otras dos habilidades asociadas. La meditación lo llevaba a reflexionar sobre su promesa y a considerar los medios necesarios para cumplirla. Sabía que, para lograrlo, necesitaría poder, y su clase de Supremo sería fundamental en este aspecto. Sin embargo, no podía activar dicha clase en ese momento. Aun así, sentía que su entrenamiento actual y su desarrollo como constructor de mundo podrían ser la clave para desbloquearla.
Mientras más pensaba en ello, más llegaba a una conclusión: si deseaba aprovechar su clase de Supremo, necesitaría un equipo digno de un Supremo. Como constructor de mundo, tenía el dominio de los aspectos fundamentales de la realidad, lo que implicaba que, si no podía obtener armas supremas, las forjaría él mismo.
James abrió lentamente los ojos, mostrando determinación en su mirada. Todos los demás caminos mágicos deberían esperar; ahora solo necesitaba forjar un equipo digno de un Supremo. Era una tarea difícil, pero necesaria.
Al día siguiente, James decidió compartir su convicción con su maestro, aunque sin entrar en detalles. Le dijo que tenía acceso a una clase de combate avanzada, pero que necesitaba un arma especial forjada por él para poder adoptarla. James se sorprendió al ver que su maestro lo encontraba completamente normal. Aparentemente, existía una clase llamada guerreros rúnicos que desconocía. Había subestimado la profundidad y complejidad de las clases en ese mundo.
Cuando James sentía que todo estaba en su lugar y que sabía exactamente qué hacer y hacia dónde dirigirse, algo inesperado sucedió. Justo cuando cumplió seis meses en Elysium, fue repentinamente succionado por el vacío, sintiendo la ingravidez y viajando a través del espacio vacío.
Después de unos momentos perdido en la nada, James finalmente recobró la conciencia. Al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que estaba en el mismo lugar donde había ingresado a Elysium por primera vez, en un callejón sin salida, sentado detrás de un contenedor de basura.
Le tomó un tiempo recobrar completamente la compostura. Recordó la situación en la que se encontraba: había viajado a Elysium como último recurso para escapar. Una sensación de desesperación empezó a aflorar dentro de él, pero esta vez James logró controlar su mente y actuó de manera racional.
Pensó en cómo convencer a sus perseguidores y, una vez que tuvo un plan, salió a enfrentarlos. Se puso de pie y se colocó en medio del callejón, esperando unos minutos, pero nadie apareció.
Confundido por la tardanza de sus perseguidores, y después de esperar unos minutos más, decidió salir del callejón y evaluar la situación. La vida parecía seguir igual: los autos circulaban por las calles nocturnas, los bares y pubs estaban llenos de gente, en su mayoría de malas compañías. Nada había cambiado, excepto por un detalle: al mirar la fecha y hora en una tienda, se percató de que había pasado un mes desde que ingresó a Elysium.
James regresó al lugar donde había estado y trató de volver a entrar en Elysium, pero un mensaje surgió en su mente indicando que no podría regresar hasta dentro de otro mes. Si un mes en la Tierra equivalía a seis meses en Elysium, James estaba bastante nervioso. No podía permitirse fallar durante tanto tiempo en la herrería, pues su maestro seguramente lo expulsaría. Sin embargo, por más que intentó regresar, no pudo hacerlo. Llegó incluso a intentar negociar con el anillo, pero pronto se dio cuenta de que no era más que una herramienta sin el poder para otorgarle lo que deseaba.
James se encontraba profundamente perdido. No sabía qué hacer durante ese mes, no tenía trabajo, ahorros ni un lugar provisional donde quedarse. Además, le sería muy difícil conseguir un empleo que lo aceptara si desaparecía durante un mes, y su mala reputación se había extendido por la ciudad, lo cual dificultaba aún más su situación.
Decidió dar un paseo a pesar de la hora tardía de la noche. La ciudad en general estaba llena de vida, uno de los atractivos de las grandes urbes. Finalmente, después de caminar durante mucho tiempo, James decidió detenerse en un parque, ubicado en una zona más adinerada. Todo lo que lo rodeaba mostraba un aura de lujo: los lujosos automóviles que circulaban por la zona, en general, todo parecía destacar su condición de forastero no deseado.
James inclinó la cabeza hacia atrás y contempló el cielo nocturno, pero su visión se vio obstaculizada por una densa capa de smog que cubría el firmamento. Una irónica sonrisa se dibujó en sus labios mientras cerraba los ojos en esa posición.
De repente, alguien se sentó en el extremo opuesto del banco y escuchó a alguien gritándole: "¡Eh, escoria, lárgate de aquí, este espacio está ocupado!"
James abrió los ojos y dirigió su mirada hacia los recién llegados. La persona que se sentó era una joven de unos veinte años, excepcionalmente hermosa, rodeada por un grupo de cinco hombres y dos mujeres elegantemente vestidos.
"Tranquilo, grandullón, no quiero problemas. Me voy ahora mismo", respondió James con calma mientras se levantaba.
"No hay problema. Parece que el caballero está cansado. Quédese un rato más", dijo la joven sin siquiera mirarlo, concentrada en sus documentos, claramente deseando evitar cualquier conflicto.
James y el grandullón se miraron y asintieron en silencio.
James se volvió a sentar y comenzó a masajearse el cuello. Después de un minuto, finalmente dirigió su mirada hacia la joven y, para su sorpresa, notó entre los múltiples documentos que estaba analizando algunos símbolos que parecían runas.
Por unos momentos, James quedó pasmado. Bajó la cabeza y cerró los ojos, comparando las runas y llegando rápidamente a una conclusión.
La mayoría de las runas se parecían a las que había visto en el mercado: runas básicas que, por sí solas, no tenían mucho valor y generalmente se utilizaban para enseñar a los principiantes cómo tallarlas en armas. Estas runas no solían tener efectos por sí solas o tenían efectos muy reducidos e inútiles.
Entre todas las runas que vio en los documentos de la joven, solo había dos que eran realmente útiles: una runa de fortaleza, adecuada para escudos, y otra de mantenimiento, útil para armas como hachas y espadas.
La joven continuó examinando y comparando datos y gráficos. Había una gran cantidad de información en los papeles y James no entendía la mayoría de ella.
Después de observar cómo la joven se frustraba al leer varios informes, una de las mujeres se adelantó y le ofreció un café.
"Debes calmarte, señorita. Hasta ahora, nadie ha encontrado una solución para este problema. Dudo que podamos lograr algo sin información adicional", respondió la mujer vestida de traje y gafas.
La joven la miró, se masajeó el puente de la nariz y respondió: "Tienes razón, Isabela". Luego, tomó el café.
"Hemos desperdiciado muchos recursos. Las armas y armaduras que compramos no sirven para nada. Nos siguen estafando día tras día. Lo peor es que hay competidores que saben algo, pero se niegan a decirlo", expresó la joven.
"Bueno, al menos no estamos en la peor situación. Otros competidores han perdido equipos enteros. Además, sus hermanas tampoco lo están haciendo muy bien, señorita Jazmín", respondió Isabela.
"Lo sé, pero si no obtenemos resultados, nunca podremos ponernos por delante", dijo Jazmín, la joven.
En ese momento, James decidió que sería un buen momento para pescar en rio revuelto.
"Puedo ayudarte, a cambio de una pequeña recompensa", dijo James, sin esperar obtener mucho de la situación. Lo hizo más por el hecho de que la joven parecía tener dinero y unos 100 dólares no parecían ser un problema para ella.
"¿Qué puede saber un vagabundo mugriento como tú? Lárgate, muchacho, antes de que te rompa las piernas", respondió el guardaespaldas.
"Lindo gorila que tienes ahí", dijo James antes de decidir que no valía la pena y simplemente levantarse y comenzar a caminar con las manos en los bolsillos.
"Si realmente tienes información que pueda ayudarme, puedo pagarte $1,000", dijo la joven.
James se dio media vuelta, visiblemente enfadado, y le respondió: "Eran $1,000 antes de que tu gorila me echara. Ahora son $5,000". Siguió caminando sin mirar atrás.
La joven quedó sorprendida por la respuesta hostil y luego dirigió una mirada enfadada al guardaespaldas, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda retrocedió unos pasos.
Antes de que James pudiera alejarse demasiado, su asistente le hizo un gesto y corrió tras él. Al alcanzarlo, le dijo: "La señorita está dispuesta a pagar la cantidad si tu información es realmente confiable". Le instó a volver al banco.
James accedió a regresar y preguntó: "¿Cómo sabrán si mi información es confiable? No tengo tiempo para esperar". Luego miró al guardaespaldas y dijo: "Además, no confío en ustedes".
"No se preocupe, señor", dijo Isabela, esperando finalmente conocer el nombre de su interlocutor.
"James", se presentó él ante la joven que parecía liderar todo.
"Señor James, transmitiremos sus comentarios al centro de juegos donde nuestros equipos están jugando en línea. Si su información es cierta, le pagaremos de inmediato", dijo la muchacha con una sonrisa.
James la miró a los ojos por unos segundos y luego miró brevemente al gorila. Finalmente, estalló en una risa lunática y no pudo dejar de reír.
Las personas a su alrededor comenzaron a sentirse incómodas por la actitud de James. Él simplemente se sentó y, mirando al cielo, dijo: "Tienes agallas para invitarme de vuelta y amenazarme con matarme".
El ambiente se enfrió rápidamente. Incluso Isabela sacó su arma de la cintura.
"El centro de videojuegos dice", repitió James con una risita y finalmente miró a la mujer y le dijo: "¿Quieres superar a tus hermanas o no? Porque estos payasos solo harán que pierdas más oportunidades", la miró fijamente a los ojos.
Jazmín, por alguna razón, se sintió incómoda ante esa mirada y respondió rápidamente: "Está bien, por los $5,000". Pero antes de que pudiera terminar la oración, fue interrumpida por James, quien hizo sonidos de desaprobación con la boca.
La joven se sintió completamente menospreciada. Nadie la había tratado así antes. Carraspeó y dijo: "Está bien, $7,000". Sin embargo, James volvió a hacer el mismo sonido de desaprobación.
La chica, irritada, apretó los puños sobre su rodilla y gritó: "¡Está bien, $10,000! Comencemos con el intercambio. No quiero estar cerca de personas tan irritantes ni un minuto más de lo necesario". Luego, le pidió a su asistente que sacara papel y lápiz.
"Supongo que no tienes una cuenta bancaria", dijo retóricamente la joven, ya que era evidente que James vivía en la calle. "Isabela, ve a buscar efectivo".
Isabela simplemente asintió y se marchó del lugar.
"Ahora, dime qué es lo que necesito saber", dijo Jazmín de forma autoritaria.
James, por su parte, se tomó su tiempo. En silencio, recolectó todas las hojas de runas e información que tenía Jazmín y las organizó. Finalmente, separó tres hojas y dejó aproximadamente 80 a un lado. Le dijo: "Todas estas son basura".
El rostro de Jazmín palideció. "¿Cómo que basura? Hemos pagado un precio significativo por adquirir información para cada una de ellas".
James levantó una ceja y reflexionó mientras miraba algunas hojas por encima. "Lamentablemente, casi todo es falso o inexacto. Te han estafado".
Ante esta respuesta, el ánimo de la muchacha cayó en picado. Estaba realmente indignada y furiosa. "¿Por qué? ¿Qué hay de malo en la información?", preguntó.
Sin embargo, James se quedó en silencio. La chica volvió a preguntar, pero James simplemente meneó la cabeza y señaló con su dedo su mano vacía.
Aún más irritada, Jazmín se levantó y comenzó a golpear el suelo mientras maldecía a dos mujeres con nombres de flores, al igual que el suyo. Para James, era muy posible que hubiera sido estafada por sus hermanas.
Finalmente, el dinero llegó y la joven se calmó, volviendo a sentarse. James retomó las tres hojas que había separado y comenzó a explicar. Tomó la primera hoja y dijo: "Estas son las runas para filo, robustez y durabilidad. El filo es bastante autoexplicativo. La robustez se utiliza para agregar masa a un objeto destinado a causar heridas contundentes, como mazas o hachas de dos manos. Es importante destacar que no aumenta realmente la masa, por lo que no dificulta su manejo. La durabilidad, por otro lado, protege el arma de factores ambientales. Por ejemplo, si te enfrentas a criaturas con sangre corrosiva, esta runa será tu mejor aliada".
En este punto, todos se quedaron en silencio. La asistente comenzó a tomar notas de manera seria. Al principio, todos pensaban que el joven intentaba estafarlos con alguna excusa o que estaba diciendo tonterías, pero ahora estaba claro que sabía de lo que hablaba. Eso lo hacía peligroso; un experto así no era alguien común y corriente.
"En la segunda hoja están las runas de ligereza, robustez y flexibilidad. Estas no necesitan más explicación, excepto por la runa de robustez. Notarán que se parece, pero no es la misma que la anterior. Eso se debe a que esta es una versión mejorada. No debes intentar utilizarla en un arma, ya que requiere mucho espacio para ser creada, y sí añade un porcentaje de peso, pero es mucho más eficiente para evitar ser derribado por oponentes más grandes".
En la tercera hoja había una sola runa, pero para los ojos inexpertos del resto parecía como si fueran seis. James la observó por un momento con aprensión y dijo: "Esta es una runa prohibida, pertenece a otra especie. Si los descubren con esto en la mano, buena suerte".
Con eso, James se levantó junto con su dinero y comenzó a marcharse.
"¿Eso es todo lo que nos darás por diez grandes?", preguntó la molesta muchacha.
"Te di mucho más de lo que pagaste. La próxima vez, será el precio completo", respondió James sin siquiera voltearse, sacudiendo su mano por encima de su cabeza.
"Señorita, ¿quiere que nos encarguemos de él?", dijo el gorila.
"No, es demasiado conveniente para mí como para hacerle daño. Necesito que investigues más sobre él. Podría ser útil si lo que dijo se demuestra cierto. Los demás, volvamos al cuartel y organicemos nuestra información", dijo Jazmín con un rostro serio. No había ni rastro de la infantilidad que había mostrado antes.
Por su parte, James sentía que había escapado de una tormenta y había logrado salir indemne. Su corazón latía como un motor de Fórmula 1. Verdaderamente pensó que lo habrían "hecho dormir con los peces" si no demostraba su valía. Por fortuna, la otra parte había reconocido su habilidad.
Con $10,000 en el bolsillo, James sentía que se merecía un trago, quizás dos. Pero primero, estaba cansado y hambriento. Como no tenía donde hospedarse, decidió ir a un motel a descansar y recuperarse. Al despertar, se dirigió a un restaurante cercano y comenzó a reflexionar sobre qué hacer con su nueva fortuna cuando, repentinamente, vio algo que llamó su atención.