Alessandra no podía registrar el hecho de que Edgar había besado donde su madre la había marcado. Quería saber qué estaba pasando en su cabeza para besar su hombro. ¿Se sentía culpable porque había sido su madre quien lo había hecho? ¿Lo estaba haciendo solo para hacerla sentir mejor?
Sentirse reconfortada después de haber sido herida se sentía extraño. Aún más extraño que viniera de Edgar cuando ella no anticipaba tener este tipo de relación con él.
—Tranquila, Alessandra. Puedo sentir que tu corazón está a punto de salirse de tu pecho —dijo Edgar.
—¡Es porque estamos tan cerca ahora mismo! —Quería gritarle, pero las palabras no salían de su boca.
Edgar levantó su vestido mientras ella parecía estar perdida en sus pensamientos. Todavía estaba molesto con su madre, pero considerando que ya no estaba presente, no había necesidad de seguir molesto cuando Alessandra estaba aquí suplicándole que se quedara. —¿Debería abotonarte el vestido?