—No si yo los prohíbo. Joder —Edgar soltó la mano de Alessandra ahora que estaban a una buena distancia de sus padres, pero mirando hacia atrás de donde venían, vio a su madre persiguiéndolo de nuevo con Heather a su lado—. Heather es alguien que mi madre siempre ha querido que me case. No te dejes afectar por eso.
—A mí no me importa —respondió Alessandra honestamente—. Si quisieras estar con ella, no estaría aquí parada. No quiero huir, Edgar. No tengo miedo de lo que tenga que decir tu madre. Es hora del desayuno y sería grosero no hacer que se queden.
—Después de todo lo que el mundo te ha lanzado, eres demasiado amable, Alessandra. Yo nunca podría ser así. Si estás decidida a dejarla quedarse, no te detendré, pero no permitiré que mi madre te falte al respeto. Esa mujer se adelanta demasiado porque apenas hay alguien que la ponga en su lugar —dijo Edgar.
—¿Realmente amenazaste a tu madre? —Alessandra quería creer que su madre estaba exagerando cuando dijo esto.