—Juro que si una persona más nos visita con las manos vacías y me llena los oídos con sus recuerdos de Desmond, perderé la cabeza— suspiró Katrina mientras otro carruaje dejaba su propiedad. —Solo unos pocos vinieron con dinero y regalos para intentar animarme. Si solo pudiera rechazar a aquellos que vienen sin nada. Cierra la puerta, James.—
Los pies de Katrina estaban adoloridos de estar parada conversando con los visitantes que venían a dar sus condolencias. Su boca dolía de tener que poner una sonrisa falsa y sus ojos tenían bolsas por la cantidad de lágrimas que había forzado a salir.
—Esto es solo el comienzo, Baronesa. Habrá muchas personas que vendrán a actuar como si les importara el Barón. ¿Debería enviar por zapatos más cómodos o tal vez rechazar a cualquiera que venga y decir que estás de luto?— James dio dos sugerencias.