—No volverá —dijo Kate con voz apagada, tratando de silenciar la voz en su cabeza. Se mordió el dedo, arrepintiéndose de no haber viajado a la corte para ver a su madre. Se quedó escondida debido a la pérdida de su título, que su madre le había prometido que mantendría.—Debería haber ido —se reprendió Kate a sí misma. Habría sido la última vez que vería a su madre antes de que la encerraran en el calabozo del palacio. ¿Es demasiado tarde? —se preguntó.
Seguramente la corte le permitiría ver a su madre. Kate golpeó con los dedos el cristal de la ventana junto a la puerta principal. Desde allí podía ver que una multitud se había reunido junto a las puertas, esperando noticias o para burlarse de ella. Sus antiguos amigos seguramente lo harían.
Todos los pensamientos de ir a la corte se desvanecieron de su mente. Kate no quería escuchar lo que se decía fuera de las puertas. Aparte de Simón, aquí reinaba la paz. No deseaba ser objeto de las cosas crueles que decía la ciudad.