Una vez más, Alessandra encontró que Edgar estaba actuando de manera extraña. Siempre que estaba demasiado feliz y no era por ella, había hecho algo a alguien más. Estaba curiosa por saber quién era esta vez, ya que Katrina estaba aquí y le había prohibido ir a verla con tanta frecuencia.
—¿Qué estás haciendo ahora, Edgar? —preguntó Alessandra, cediendo ya que no podía detener su curiosidad.
—¿No has leído el periódico de la mañana? Por una vez, el tribunal ha hecho bien su trabajo, aunque tardó mucho en hacerlo. Aquí —Edgar le entregó el periódico. Casi se encontró queriendo darle una palmada en la espalda a Mark, pero no era tan amable. Tenía que darse una palmada en la espalda a sí mismo, ya que era él quien estaba presionando a Mark para que fuera mejor en su trabajo.