—Alessandra —advirtió Alessandra mientras le pellizcaba la mano. Él era una bola de negatividad ambulante que Eleanor no necesitaba.
—Para alguien que quiere honestidad de mí, te encanta abusar de mí cuando no es la honestidad que quieres escuchar. Quédate soltera, Eleanor. El matrimonio duele —dijo Edgar, mirando el lugar en su mano donde Alessandra lo pellizcó. Sufrió muchas heridas accidentales y provocadas por ella durante su matrimonio. —Deberías besar donde me lastimaste.
—No lo escuches. ¿Por qué estás aquí interrumpiendo mi tiempo con Eleanor? ¿Estás aburrido porque te dije que no trabajaras? Lee un libro o mantén compañía a Alfred. Cualquier cosa para alejar tu negatividad de esta habitación —dijo Alessandra.