—No quiero ser añadido a nada—dijo Peter retrocediendo lentamente de Simon. Sus ojos se abrieron cuando Simon reveló cuatro dagas en sus manos—. No te gusta Edgar. ¿Por qué no vas tras él en lugar de un pobre sacerdote? No tengo nada que ver con esto.
—Pareces bastante amistoso con él. Espero que al tomarte aumente su molestia. Huir de mí solo te llevará a la muerte y aumentará la posibilidad de que llegue otro sacerdote para ser asesinado. Ven conmigo en silencio y te cuidaré—dijo Simon, dando un paso hacia adelante con cada paso que Peter daba hacia atrás.
—Esta ciudad ya no es divertida. No debería haberme casado con Kate. Debería haberla colocado con los demás, pero debo admitir que era mucho mejor que todos ellos antes de que empezara a vivir conmigo. Quizás debería haberla dejado sentirse cómoda en mi hogar antes de mostrarle mi mundo. Tiene una mente como la mía. Podríamos haber jugado con esta ciudad juntos. Una lástima—dijo Simon, eligiendo la primera daga para usar.