—Priscilla —dijo Cassidy, dando un paso hacia la mujer enojada—. Lo siento mucho.
—¿Por qué crees que me importa escuchar una disculpa tuya? Tú y yo no estábamos casados ni teníamos una amistad. No quiero escuchar lo siento de ti. Quiero que me dejes en paz —respondió Priscilla con calma a pesar de su enojo—. ¿No deberías estar tratando de estar con Edmund ahora? Él está libre.
—Nunca nos conocimos, pero causé que tu matrimonio se arruinara. Tengo que al menos disculparme por eso —dijo Cassidy.