—¿Estás segura de que has terminado? No tengo ganas de correr contigo de vuelta al baño —dijo Priscilla, soltando cuidadosamente el cabello de Alessandra—. Estos zapatos no están hechos para correr por ahí.
—Por ahora he terminado —respondió Alessandra.
Priscilla apartó la vista del desastre que Alessandra había creado. —Ve a lavarte la boca. Yo me encargaré de esto. A esta edad, no pensé que tendría que lidiar con una mujer embarazada vomitando.
—Lo siento. No te habría llamado si hubiera sabido que iba a vomitar, pero gracias por sostener mi cabello —dijo Alessandra, agradecida de tener a Priscilla cerca. Era incómodo ya que nunca habían tenido interacciones agradables en el pasado, pero Alessandra apreciaba la ayuda.