Hazel miró a Eleanor, quien estaba vestida como una muñeca esa noche. Eleanor no prestó atención a los hombres que la miraban. Si Eleanor hubiera bajado al jardín, habría un puñado de hombres siguiéndola y haciendo que sus compañeras se pusieran celosas. Hazel no pensaba que esos hombres fueran adecuados para Eleanor, pero quería demostrar a las jóvenes que hablaban sobre el origen de Eleanor que ella tenía la habilidad de robar la atención.
—¿Trajiste un acompañante, Eleanor? Noté que uno de los guardias de Edgar estaba cerca de ti —preguntó Hazel.
—Ciertamente no. Lo siento —se disculpó Eleanor interrumpiendo a la Reina. Hablar con Hazel no era tan fácil como hablar con Alessandra a veces. Había muchas criadas caminando detrás de Hazel que podrían informar a alguien si sus palabras sonaban irrespetuosas. No tenía el estatus de Alessandra para salir de problemas.