—Eleanor, necesitas explicar de qué estás hablando porque no solo me estás preocupando con tu arrebato. ¿Por qué necesitas ir al palacio? —Bryce preguntó mientras se levantaba con ella.
Eleanor miró a Bryce y a todas las otras caras confundidas en la habitación. Estaba segura de que el sabor familiar que obtuvo cuando bebió el té de la reina provenía del mismo remedio que ella olía desde que era niña. Eleanor estaba tan familiarizada con él que se cansó del olor y su cuerpo instintivamente intentaría vomitar como si lo hubiera bebido.
Eleanor estaba tan cómoda en el palacio que se le olvidó que esto era lo que había probado. Ahora que lo volvió a oler, no había nadie en este mundo que pudiera decirle que era otra cosa. Tenía sentido que el remedio estuviera enmascarado por el fuerte aroma de la mezcla de té. Era algo que su madre hacía para ayudar a las chicas nuevas a beberlo, ya que no les gustaba el amargo sabor que dejaba.
