—Alessandra —llamó Wilma a su nieta mientras se cruzaban en el pasillo. Notó que Alessandra parecía perdida en sus pensamientos, ya que no escuchó ni vio a nadie acercarse a ella—. Alessandra —llamó de nuevo.
—¿Eh? Oh, hola abuela —saludó Alessandra a Wilma—. ¿Cuánto tiempo has estado parada frente a mí?
—Sólo por un momento. Te estaba llamando pero no me respondiste al principio. ¿Qué ocupa tu mente? ¿Estás nerviosa por la cena? —preguntó Wilma, pensando que la presión de asegurarse de que Edgar tenga una buena cena estaba preocupando a Alessandra.
—No, sólo estoy pensando en lo que sucederá después de la cena. ¿Crees que la gente se preocupa demasiado por las apariencias y la riqueza? —cuestionó Alessandra, ya que necesitaba escuchar lo que alguien de otra generación pensaba.