Alessandra esperó a que Rose se sentara primero y luego tomó asiento en el lado opuesto de la mesa. —Realmente agradezco que quieras que mejore, pero no cuando se trata de muebles. No quiero estar cambiando continuamente los muebles porque es lo que hace todo el mundo. No tengo la intención de vivir mi vida siguiendo las tendencias. Edgar y yo tenemos invitados fuera de ti, Dominic y los pocos amigos que tengo, así que no hay nadie a quien impresionar.
—Te dije que me importaba —repitió Rose.
—Te quiero mucho, pero no voy a cambiar los muebles por una persona. Lo iba a hacer cada vez que vinieras, pero prefiero no ocultar que no es algo que disfrute. A Edgar y a mí no nos importa la casa tal como está. Ya estaba añadiendo cuadros y estamos buscando retratos, así que no es como si la casa no estuviera cambiando. Estoy segura de que Edgar no cambió los muebles cada temporada antes de que yo llegara —dijo Alessandra.