—Buenas tardes —dijo Edgar en cuanto entró en la habitación—. Miró rápidamente a Wilma para ver qué tipo de persona era. Notó que sostenía la mano de Alessandra y que Alessandra le lanzaba una mirada como si le estuviera advirtiendo que fuera amable. Él siempre era amable, así que no veía la necesidad de la advertencia. —Es un placer conocerla, Sra. Cromwell —extendió su mano para saludarla.
Wilma cubrió su boca con la mano mientras admiraba la hermosa vista del encantador esposo de Alessandra. Sin duda era el hijo de Edmund Collins y el nieto de Theodore Collins, quien fue un tema candente en su juventud. Debía ser inevitable que todos los hombres de esta familia fueran guapos.
—Perdóneme mis modales —salió de su trance y se levantó para estrecharle la mano—. También es un placer conocerlo, Duque Collins.