-¿No vas a...? - Alessandra se mordió el labio, gimiendo por la repentina intrusión de la longitud de Edgar dentro de ella. ¿Qué tan ansioso debía estar si no iba a prepararla lentamente para lo que venía?
Alessandra apoyó la cabeza en la cuchilla del hombro de Edgar mientras él seguía empujándose dentro de ella. Con esta posición, Alessandra sentía como si todo el aire hubiera sido expulsado de su cuerpo al sentir la totalidad de la longitud de Edgar.
Edgar colocó una mano en su espalda desnuda, esperando a que se acostumbrara o a que se calmara lo que sentía al estar conectados. No le importaban los pezones endurecidos de Alessandra, gracias al aire frío de la ventana abierta, presionando contra su pecho.
-¿Acabas de despertar? ¿Cómo puedes estar tan lista para esto? -murmuró Alessandra contra su piel.