—No tienes nada que decirle a ella y no obtendrás la satisfacción que deseas al verla en mi mazmorra. Continúa como estabas cuidando a Alfredo y olvida que ella está aquí. No conseguirás nada hablando con ella —agregó Edgar cuando Rose abrió la boca para discutir con él.
No pudo sacar una palabra de su madre, así que con la mala relación que Priscilla y Rose tenían, no habría respuesta que Rose pudiera obtener de Priscilla. Era como hablar con una pared en este punto.
—Quiero ver con mis propios ojos el estado en el que se encuentra —dijo Rose, sin cambiar de opinión.
—Abuela, no hay esperanza de que tenga una mejor relación con mi madre después de esto, pero si deseas tener una relación con tu hijo que se preocupa por su esposa, no deberías visitarla —ofreció Edgar un poco de consejo en un esfuerzo por evitar que su padre y su abuela tuvieran una relación tensa.