Dos días después, Alessandra se sentó con Sally tratando de planear cómo se haría cargo del cumpleaños de Edgar, que ahora estaba a solo un día de distancia. Quería que disfrutara de su cumpleaños desde el momento en que abriera los ojos hasta que el día terminara oficialmente a medianoche.
—Ya he envuelto la pintura. Estoy segura de que al Duque le encantará, aunque me sorprende que no hayas pintado uno de ti misma. Le encantaría si hicieras uno que fuera tentador —dijo Sally, aludiendo a que debería ser descarado.
Alessandra informó a Sally de sus planes para seducir a Edgar, dejando completamente fuera los látigos, las cadenas y más. No había otra mujer con quien hablar además de Sally y aunque Sally no estaba en una relación y nunca dormía con nadie, como le habían dicho, Alessandra aún valoraba lo que Sally tenía que decir.