—No salgas del carruaje hasta que te llame —le dijo Sally a Caleb mientras salía del carruaje estacionado frente a la casa de su tía.
Caleb no veía la necesidad de esperar y preguntó: —¿Por qué?
—Para hacer una entrada dramática, obviamente. Quiero disfrutar viendo a mi tía reírse ante la noticia de mi matrimonio, aunque no sea real, y luego quiero ver cómo esa risa desaparece cuando te vea. No creerá que un hombre como tú me querría y se enfurecerá —explicó Sally.
—Tienes demasiado tiempo libre como para planear todo esto —concluyó Caleb.
—Lo pensé desde el momento en que aceptaste. Esta es mi manera de decirle ja a mi tía en su cara. Por favor, espera aquí hasta que vuelva por ti. Necesito que esto salga como lo imaginé —suplicó Sally, juntando sus manos para mostrar cuán desesperadamente quería que él siguiera con esto tal y como lo había planeado.
—Como quieras, pero ten en cuenta que voy a usar este momento como ejemplo de lo raras que pueden ser las mujeres —dijo Caleb.