La tarea más difícil que Edgar experimentó en su vida fue convencer a Alessandra de que era Reed quien regresaba a casa con trabajo para él y que si no se movían ahora, su momento sería interrumpido. Alessandra no lo creyó al principio, pero con algo de suerte, Edgar logró disipar sus dudas.
Mientras Edgar cerraba con llave la puerta de su habitación e incluso colocaba una silla detrás de ella como precaución adicional cuando Alessandra entraba al baño, Rose entró por la puerta principal de la casa.
—¿Dónde está Alfred? —preguntó Rose tan fuerte como pudo. Se dirigió directamente a Lockwood en cuanto se enteró de lo que le había pasado a Alfred. Ahora que estaba aquí, la casa estaba demasiado tranquila para su gusto.
—Lady Collins —la criada que pasaba la saludó, con evidente sorpresa en su voz, ya que no se le informó de la visita de Rose Collins a la casa. Siempre había mucho que hacer cuando la abuela de Edgar estaba en la ciudad.