Alessandra se sobresaltó cuando sintió que alguien la tocaba de repente, pero se relajó cuando sus brazos se posaron alrededor de su cintura. Nadie se atrevería a tocarla así a menos que no temieran a Edgar. —¿Qué estás haciendo, Edgar? —Miró de reojo para verlo.
—Tratando de averiguar por qué estás mirando por la ventana. ¿Estás esperando a un invitado? ¿La modista no va a volver, verdad? —Edgar preguntó, ya que no podía soportar que Erin rondara por su casa por más tiempo.
—Erin —Alessandra corrigió lo que él llamaba Erin—. No, no volverá pronto. Estaba viendo a Sally y Caleb salir para llevar a sus padres de la casa de su tía. Espero que sus padres la escuchen y se vayan —dijo mientras observaba el carruaje salir por las puertas.
Alessandra se paró junto a la ventana al lado de la puerta principal.
—Siempre tienes a alguien más en mente, pero casi nunca soy yo —dijo Edgar con tristeza en su voz para hacerla sentir culpable.