—Todo lo que estoy diciendo es que eres afortunada, Alessandra. Estás rodeada de hombres guapos, desde tu esposo, su familia y sus guardias. No es que estés buscando tener una aventura, pero tienes muchas cosas buenas que mirar. Las criadas deben distraerse de vez en cuando —dijo Erin.
—Están esperando pacientemente el verano porque Edgar y los hombres entrenan sin camisa afuera de la casa. Odian absolutamente el invierno —dijo Sally, sentándose en el suelo para unirse a Alessandra y Erin en jugar con los gatitos. —No te preocupes. Conseguiré una escoba para barrer a cualquiera que mire a Edgar.
—No tienes que hacerlo. Nunca podré evitar que alguien mire a Edgar y tal vez me una a ellos para verlo entrenar —respondió Alessandra. Contrariamente a lo que pensaban las otras dos, ella estaba interesada en ver a Edgar mostrar las habilidades de las que había oído hablar.