—Alessandra, tu habilidad para pasar de estar enojada a coquetear me sorprende —murmuró Alessandra. Hace un momento estaba listo para matar a William y ahora está aquí tratando de hacer una reserva para el placer cuando regresen a casa. Alessandra tragó su miedo para desnudarse frente a Edgar y respondió: —Lo haré. No puedo ser burlada si de alguna manera me desmayo en medio de eso.
—No lo harás si recuerdas respirar. Cuando estamos en el momento, te sorprenderá lo fácil que es olvidar estar avergonzado y actuar como una persona nueva. Ahora, ¿qué haría falta para que esta fiesta pase más rápido? —comenzó a planear Edgar. Quería salir de aquí en menos de una hora.
—Edgar, tengo la intención de quedarme y disfrutar el resto de la fiesta. Estoy segura de que puedes esperar. Me casé con un hombre tan cachondo —sacudió la cabeza Alessandra—. Dudo del número de mujeres con las que dormiste.