—Estoy un poco asustada por lo ansioso que estás de emborracharme. Siento que debería echarme atrás —Alessandra cambió de opinión ahora que Edgar los estaba apresurando hacia su habitación.
—No puedes retractarte de lo que ya me prometiste —respondió Edgar.
—Puedo considerar el hecho de que dejaste el vino en el carruaje y fue llevado a estacionar —dijo Alessandra.
—Mierda —maldijo Edgar al darse cuenta de que se había olvidado de sacar el vino cuando bajaron del carruaje. La aparición de Alfredo lo distrajo. —Vayan sin mí. Voy a buscar el vino y unos vasos. Ya no puedes echarte atrás de esto.
—Puedo hacerlo si me duermo mágicamente —murmuró Alessandra suavemente mientras Edgar bajaba las escaleras para buscar el vino. Ya había tomado tres tazas y media durante la noche y no sabía cuánto más podía soportar. —¿Mario me ha estado ofreciendo todas esas bebidas para prepararme para este momento?