—Edgar —dijo Alessandra asomando la cabeza en la habitación del bar donde el mayordomo le dijo que Edgar fue visto por última vez—. Lo encontró acostado en un largo sofá con la mano cubriendo su rostro y una copa de vino vacía en la pequeña mesa junto a la silla. ¿Está durmiendo? —preguntó después de no recibir respuesta de él.
Alessandra entró en la pequeña habitación con la canasta que el mayordomo estaba más que feliz de preparar para ella. Cerró la puerta detrás de ella para darles algo de privacidad a ellos dos si Edgar estaba realmente durmiendo.
Colocó cuidadosamente la canasta en la mesa junto a la copa vacía y se agachó junto a donde Edgar estaba acostado para echarle un buen vistazo. Has estado muy cansado. Lo siento por despertarte temprano esta mañana y hacerte sostenerme en el carruaje mientras dormía —susurró lo suficientemente bajo como para que él no pudiera escucharla si estaba despierto.