—¿Te refieres al encanto que le di a Caleb? ¿Verdad que no? —preguntó Alessandra, esperando que Edgar dijera que no.
—Deberías estar orgullosa de ti misma, mi dulce esposa. Desbloqueaste una nueva emoción en tu querido esposo. Los celos. Debo decir que se mezcla bien con la ira —dijo Edgar mientras pasaba junto a Alessandra—. Es una emoción peligrosa.
—Espera, ¿quieres decir que nunca has sentido celos? —Alessandra encontró difícil de creer. Ella no estaba excluida de sentir celos. Lo había sentido muchas veces en relación a la forma en que su padre trataba a Kate. Incluso estaba celosa de las aves que podían volar mientras ella permanecía atrapada.