—¿Demasiado lejos? —Edgar retiró su mano de cubrir su pecho. El sonido que salió de su boca le dijo que disfrutó lo que hizo un momento antes, pero ahora que había terminado, podría negar lo que sentía.
—No —Alessandra sacudió la cabeza—. Debería tomar un baño. He estado en la ciudad todo el día. Permíteme. —Se levantó de la cama. Sentía la necesidad de sentarse en agua fría para refrescarse, aunque estaba fría por el aire que entraba por la ventana.
—Alessandra —Edgar sostuvo su mano para detenerla de apresurarse. No había nada más atractivo que la expresión en su rostro en este momento. Si solo pudiera hacer que ella pintara esa expresión. —Si te sientes sexualmente frustrada en este momento, no seas tímida y pide mi ayuda. Tengo el remedio perfecto.