—Disculpa interrumpir —Caleb entró en la habitación y mostró las tres bolsas en sus manos—. Traje tus bolsas, Duquesa. Eso es todo —las colocó en el suelo y salió rápidamente.
Edgar miró las tres bolsas con curiosidad. Le había comprado una habitación llena de cosas que las mujeres normalmente disfrutan, pero ella no les prestó atención. ¿En qué más podría estar interesada además de la pintura? —¿Qué compraste hoy?
—Déjame mostrarte. No compré cosas caras. La ciudad está llena de lugares intrigantes —Alessandra sacó su pie del regazo de Edgar emocionada por mostrarle lo que había encontrado hoy.
—Quédate, las traeré. Necesitas descansar tus pies por un tiempo para que la hinchazón disminuya —Edgar se levantó de la cama y fue por las bolsas. Se las entregó a Alessandra y esperó pacientemente a que revelara todo.