—Parece que el carruaje finalmente se va —dijo Alfred mientras miraba por la ventana hacia las puertas—. ¿Cómo se atreve alguien así a venir aquí y gritarnos que abramos nuestras puertas?
—Alfred —se escuchó la voz de Edgar—. ¿Qué estás mirando? ¿No han limpiado la ventana según tus estándares?
Alfred apartó su atención de las puertas para mirar a Edgar y Alessandra. Estaban sin pintura en sus caras, pero sus ropas todavía estaban decoradas con ella. Su cabello parecía estar ligeramente húmedo, lo que significaba que o se habían arrojado agua el uno al otro cerca del arroyo o se habían caído en él. —Las ventanas siempre se limpian según mis estándares. Envié a un visitante como lo solicitaste —respondió Alfred.
—¿Quién? —preguntó Edgar.
—Clark Barrett —Alfred miró a Alessandra.