Sally presionó su oído contra la puerta para escuchar cualquier movimiento dentro del dormitorio del Duque y la Duquesa. —¿Por qué el Duque aún no se ha ido para que pueda atender a la Duquesa? ¿Se fue mucho antes de que yo llegara? ¿Debería arriesgarme y ver si está ahí o no? Ya es mucho más tarde de la hora del desayuno. ¿No hay nadie más curioso?—
—Yo sí —susurró Alfred justo detrás de Sally.
Sally se tapó la boca con la mano al gritar para evitar despertar a Alessandra. Al darse la vuelta, encontró al mayordomo con el oído pegado a la puerta. —¿Cómo me has podido sorprender así? No te oí venir.—