—Es agradable verte de nuevo, Alessandra —dijo William extendiendo su mano para saludarla. Después de que Alessandra no mostrara señales de saludo, William bajó su mano. Le molestó un poco que ella no lo respetara—. No te he visto en mucho tiempo. Tenía razón al decir que tu padre estaba escondiendo una maravillosa obra de arte. Parece que Edgar también vio lo que yo vi.
—Cuidado con lo que le dices a mi esposa. Me pongo un poco celoso cuando escucho a otros hombres hablar de ella, pero más importante aún, me da escalofríos cuando hombres de tu edad la miran —intervino Edgar delante de Alessandra para bloquearla de la mirada de William—. No puedo evitar querer sacarte los ojos y cortarte esa mano que le tendiste a ella.