Mientras tanto, Ray estaba en su habitación arreglándose cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe. —¿Dónde está Jeslyn? —preguntó Frank con una voz amenazante.
Ray se asustó al principio, pero al ver que era Frank, relajó los hombros y continuó abotonando su camisa blanca. —Te dije que está viva.
—¿Dónde. Está. Ella?
Ray metió las manos en los bolsillos y se volvió hacia Frank con una cara fría. —Jeslyn es mi mujer, no la tuya. El hecho de que me la dejaste a mí cuando podrías haberla hecho enamorarse de ti demuestra que no podrías haber sido un mejor hombre para ella. Además... —vaciló—, esta conversación debería terminar hoy. No me impresiona que hables de mi mujer como si fuera tuya.