Dentro de la habitación de Valen...
El niño acaba de salir del baño con la cara enrojecida. Su piel blanca como la leche tenía manchas rojas por el agua caliente y su cabello estaba goteando. Tenía una toalla blanca envuelta flojamente alrededor de su cintura. Al entrar en su habitación, se sorprendió al ver a Jeslyn sentada en su cama con una pierna cruzada y una criada de pie junto a la puerta con la cabeza gacha.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Valen, mirando con cautela.
—Relájate, pequeña cereza... —dijo Jeslyn.
—No me llames así! —pensó Valen. Suena demasiado femenino.
Jeslyn se rió y encogió los hombros. —Pequeña Cereza, estoy aquí para disculparme. —Sonrió.
Valen frunció el ceño. —¿Disculparte? ¿Cuándo se ha disculpado Jeslyn con él?
Cuanto más pensaba Valen en ello, más sospechaba de ella.
—Puedes irte ahora —dijo Valen, sin aceptar ni rechazar su disculpa.
—Debería, pero no puedo. —Jeslyn negó con la cabeza y se levantó.