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Chapter 11 - Una nueva amiga

Alicia miraba atenta a la mujer frente a ella. No lograba salir de su shock. Lisa la observaba en silencio recostada desde su cama a la espera de una respuesta. Solo le sonreía con los labios cerrados mientras la miraba con curiosidad.

– Hola –dijo finalmente Alicia.

– Hola –repitió Lisa.

– ¡Estás despierta! –exclamó con mucha sorpresa. La mujer no pudo evitar soltar una pequeña risa.

– Sí –susurró.

– No sé ni por donde comenzar.

Alicia se acercó para sentarse sobre la cama junto a la mujer y tras respirar profundo intentando terminar de salir de su conmoción, preguntó lo primero que se le ocurrió.

– ¿Cómo llegaste aquí?

– No lo sé –confesó.

– Pero ¿tuviste un accidente o qué te pasó?

– No sé.

– ¿Y tu familia?

– No recuerdo. La verdad es que no recuerdo casi nada –exclamó con tristeza.

– Ok… pues… Supongo que es normal –respondió algo dudosa–, quiero decir… has estado muchos meses en coma, tal vez tome tiempo que recuerdes las cosas.

– Sí, eso dijeron los médicos, que quizás, solo necesitaba tiempo –dijo con una sonrisa. Alicia también sonrió.

– Bueno… aquí me tienes para lo que necesites.

– Gracias.

Ambas mujeres congeniaron rápidamente y en pocos días, ya se habían hecho bastante cercanas. Sin embargo, Alicia tenía algunas dudas acerca de Lisa, ella aseguraba recordar muy poco de su vida pasada, pero Alicia creía que por alguna razón, estaba mintiendo. Sus amigas se sorprendieron ante la noticia que Lisa había despertado y al igual que Alicia, pronto se llevaron bien. Solían conversar con ella cada vez que iban a la clínica de visita, les parecía bastante agradable y a diferencia de Alicia, no tenían todas dudas sobre lo que Lisa les decía.

– Creo que estás un poco paranoica –le había comentado Lisbeth una tarde que Alicia les habló sobre sus sospechas–. Solo estás estresada porque ya se acerca la fecha de tu parto y por eso ves cosas donde no las hay. Relájate un poco.

– Lisbeth tiene razón –aseguró Camila– no tiene mucho sentido eso ¿Por qué esa mujer habría de mentir sobre sus recuerdos? ¿No se supone que debería estar ansiosa por regresar con su familia? ¿Por qué huir de ellos?

Alicia estuvo pensativa durante varios días. No lograba sentirse convencida por lo que sus amigas le decían, sin embargo, no tenía ninguna razón o prueba para desconfiar de aquella mujer que acababa de conocer, así que prefirió olvidarse del asunto y enfocarse en su embarazo que estaba por terminar. Quizás Lisbeth estaba en lo correcto y solo estaba paranoica debido a todo el estrés de su próximo parto.

Pero las cosas se volvieron aún más estresantes para Alicia. Tenía todo listo para recibir a Jonás, pero por más que pasaban los días, él no llegaba. Se habían cumplido las 40 semanas y nada había pasado. Eso la asustaba. La mayoría de las mujeres daban a luz antes de las 40 semanas y en cambio ella, ya estaba por cumplir 41 semanas y nada ocurría, ni siquiera una contracción pequeña.

– Estoy asustada –confesó a Anderson en una de sus visitas diarias.

– No tienes que preocuparte, no es algo común, pero eso no quiere decir que sea algo malo –ella lo miró con ojos llenos de miedo– Lucas te atenderá esta tarde y todo saldrá bien. Ya verás. Confía en mí –prometió con una sonrisa. Ella asintió.

Cuando llegaron a la consulta con Lucas, él trato de tranquilizarla, pero ella no podía con sus nervios. Él procedió a hacerle la ecografía y todos los chequeos, al terminar, le aseguró que todo estaba bien, no había una razón más allá que el bebé aún no quería salir. No había nada malo y eso la tranquilizó, aunque aún se sentía ansiosa.

– ¿Hay algo que podamos hacer para ayudarla a dar a luz pronto? –preguntó Anderson tras ver el rostro de su prometida. Ella le sonrió.

– Por lo general, solo requiere esperar algunos días, pero entiendo que ella se sienta algo incómoda y cansada, después de todo, no es fácil cargar con todo ese peso –ella sonrió– así que si quieres que las cosas avancen más rápido, puedes probar con algunos estimulantes.

– ¿Estimulantes? ¿Qué tipos de estimulantes?

– Hay muchas cosas naturales que puedes probar, así que no te preocupes por tener que tomar más medicamentos –Alicia sonrió nuevamente, pues Lucas pareció leer su mente.

– ¿Qué debo hacer?

– Tomar duchas con agua caliente, caminar, algunos masajes en la barriga, comer cosas picantes, comer chocolate… hay muchas cosas que puedes hacer, pero si te soy sincero, solo hay una que es realmente efectiva.

– ¿Cuál?

– Sex o

La cara de Alicia perdió su color en ese momento. Anderson le sonrió con picardía y ella no supo que decir. Sabía que tarde o temprano tendría que tener relaciones con él, después de todo, se iban a casar, pero ella no se sentía lista y estaba contando con que aún tenía algo de tiempo mientras le daban de alta de la clínica para prepararse mentalmente para eso, pero ahora parecía que si quería a su bebé pronto con ella, debía dar el siguiente paso con su prometido.

– No te preocupes, no tenemos que hacerlo si no quieres –aseguró Anderson mientras iban caminando de regreso a la habitación de Alicia, ella no había hablado más desde que Lucas le había dicho aquello–. Podemos simplemente esperar a que el bebé nazca.

– No quiero que pienses mal de mí –confesó.

– ¿Por qué lo haría?

– Quizás creas que realmente no quiero estar contigo y que solo me estoy aprovechando de ti.

– No. Claro que no –replicó Anderson con una sonrisa–. Sé que nuestra relación no ha sido exactamente… normal –soltó una pequeña risa– y quizás por eso, aún no sientas completa confianza conmigo, pero créeme que jamás pensaría nada de eso. Sé que me quieres a tu manera –ella le sonrió.

– No es eso… es solo… –sentía vergüenza de lo que debía confesar– la verdad es que nunca lo he hecho con alguien más… y bueno, yo….

– Tienes dudas –completó aquella frase mientras detenía su paso y la miraba a los ojos–. Yo puedo esperar todo lo que necesites hasta que te sientas segura –prometió colocando un mechón suelto tras de su oreja– no te preocupes por mí, lo haremos cuando estés lista ¿de acuerdo? –ella asintió.

Continuaron su camino y se despidieron como siempre lo hacían. Anderson se retiró y Alicia entró a su habitación. Saludó a Lisa que se encontraba en la cama leyendo un libro y no pudo evitar sentir ganas de contarle todo lo que había pasado ese día y lo que estaba atormentando su cabeza. Ella la escuchó.

– No sé porque le das tanta vuelta al tema –dijo Lisa tras escuchar lo que Alicia tenía para decir– Yo no le tengo tanto aprecio a mi ex esposo –exclamó. Alicia la miró confundida, ella nunca había hablado de un ex esposo– ehm… quiero decir que… si tuviese uno, no me preocuparía por él –aclaró rápidamente–. La vida te está dando una nueva oportunidad. Aprovéchala.

Habían cosas que Lisa de vez en cuando decía que mantenía a Alicia con sus dudas sobre ella. Aquella frase sobre su ex esposo le había quedado grabada. Alicia estaba segura que esa mujer estaba mintiendo sobre su amnesia, pero no tenía manera de probarlo, por lo que no quiso ponerse a pensar en ellos, había cosas que le preocupaban más en ese momento.

– Suena tonto decirlo, pero… siento que estoy engañando a Mark –confesó. Lisa la miró sorprendida, pero se sorprendió aún más cuando Alicia comenzó a reír descontroladamente– es realmente estúpido –dijo mientras continuaba riendo, Lisa la acompañó en ese frenesí de emociones.

Ambas mujeres rieron durante largo rato sobre las cosas que Alicia decía, pues casi como en una epifanía, ella se dio cuenta lo tonto que era amarrar su futuro a causa de un pasado que solo le hacía daño. Al siguiente día, su mente estaba clara, ya no sentía dudas ni miedos, así que cuando Anderson apareció para sus salidas diarias, ella tenía algo que decirle.

– Sí quiero. Quiero estar contigo y quiero amarte de todas las formas posibles, sin ninguna restricción ni límites –aseguró con una sonrisa. Él también sonrió.

– Prometo hacerte feliz como mereces.

Con aquellas palabras, Alicia finalmente aceptó su nueva vida y decidió que no dejaría que su pasado con Mark interfiriera otra vez. Ahora Anderson era el único dueño de su corazón.