Volviendo por el bosque con Apex, mi nuevo compañero de aventuras, me hizo plantearme cómo vivir esta nueva vida que el destino me había otorgado. ¿Qué debía hacer?
He reencarnado en el cuerpo de un jefe que supuestamente debe ser derrotado y es obvio que nada más empezar no quiero acabar con mi vida, así que en la hipotética situación que cierto jefe de la historia no sea derrotado, ¿Qué ocurrirá?
<< Espera, ahora que pienso... ¿No es un personaje relevante más adelante? Bueno, qué más da. Es decir, no sé nada sobre él. >>
—Malditos sean los desarrolladores y los guionistas, siempre queriendo hacer suspense para así generar ventas —dije, poniendo en voz mis pensamientos—. Mira que no decirme a mí, el creador del personaje, qué función tiene en el lore...
Apex bramó, sacándome de mi mundo.
—Ah compañero, deja de darme esos sustos.
<< No creo que nadie me haya escuchado, pero mejor abstenerme de ahora en adelante el pensar en voz alta. Habrá muchos malentendidos. >>
—Bueno, "a lo hecho, pecho". Sea lo que sea que vaya a ocurrir, sé seguro que no me voy a dejar matar. Al menos no fácilmente.
Pensando pasó el tiempo bastante rápido. Lo suficiente como para no darme cuenta que ya me encontraba ante la entrada de mis ruinas.
Al entrar (para mi alivio) pude confirmar que ninguna bestia se atrevía a entrar en territorio de jefes (o por lo menos en el mío) al ver que los cuerpos de "los desgraciados" seguían en el mismo lugar. Intactos.
Los cargué uno a uno en el carro y cuando ya estaban todos bien colocados volví a emprender mi viaje.
***
Llegué a encontrarme apenas con dos manadas diferentes de lobos y como antes, fueron fácilmente convertidos en experiencia.
Quitando las emboscadas peludas, no me encontré con ninguna otra amenaza, lo cual empezó a aburrirme.
—Me había olvidado por completo que el 80% de las aventuras es esto; viajar. Si tuviera amigos o un equipo sería soportable, pero estar solo es un suplicio.
A punto de echarme una siesta sentado en el carro y sujetando las riendas (a saber adónde me hubiera llevado) escuché a lo lejos gritos de gente.
Por los tonos de la voz parecían ser niños.
—Quédate aquí, mi pequeño perdigón. Ahora vuelvo —dije bajando del carro—. Tu amo se va a convertir en un héroe.
Avisado lo dejé, cogí mi espadón que dejé guardado en un rincón del carro y empecé a correr en dirección de los gritos.
Tardé segundos en llegar gracias a mi velocidad supersónica e inigualable y lo que me encontré fue un grupo de aventureros rodeados de duendes, algunos de ellos montando lobos.
<< Este es mi momento de subir al estrellato. >>
Fijándome bien, debían tener 16 o incluso 17 años algunos de ellos.
Por sus apariencias, debían ser aquellos de los que hablaba Guzmán
Eran jóvenes para morir aquí.
Más bien, debían estar vivos para verme rescatarlos.
¡SWOOSH!
Una ráfaga de viento que pasó a escasos metros me devolvió a mis cabales.
<< ¿Me acaban de lanzar un hechizo? ¡¿A mí?! ¡¿Su salvador?! >>
—¿Pero qué haces? ¡No malgastes flujo a lo tonto! ¡Estamos en problemas!
—P-perdón... Pero juraría haber notado una presencia por esos matorrales.
—¡No me jodas que hay bandidos!
—Sea quien sea que haya ahí, que salga y dé la cara —dijo el otro muchacho.
—¡No me habéis pillado y tampoco soy un bandido!
<< Mierda, me han pillado. >>
—¿Quién cojones eres?
—¡No os importa, solo os importa que estoy aquí para salvaros el día! ¡JAJAJA!
—Lo que faltaba, un loco...
—¡¿Qué?!
¡HIIIIIIIIIIIIIIIIIII!
Un grito de guerra al unísono por parte de los duendes zanjó nuestra estúpida conversación.
—Si de verdad es usted tan amable, por favor, háganos una demostración. Me encantaría quedar asombrada con sus magníficas habilidades.
Como se le notaba el sarcasmo a la maldita. La única que faltaba por hablar y resultó ser la más insoportable.
Esta vez no voy a matar a nadie, pero tampoco me deben subestimar. Son todavía más jóvenes que "los desafortunados".
—Está bien, pero voy a dejar que los venzáis vosotros. Podría hacerlo solo, pero veo que si no es hoy, mañana os volveréis a mojar los pantalones.
—¡Serás cabr-!
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!
Rugí lo más fuerte que pude para hacer retroceder a la horda de duendes.
<< Así que esto es lo contrario a aggro... >>
—Asombroso... —susurró el otro muchacho.
Aunque para mí fueran pan comido por mi condición de jefe de zona, ellos eran principiantes enfrentándose a lo desconocido, en este caso a un extraño evento donde aparece un grupo numeroso de enemigos.
En concreto, en todas las zonas del juego se podían encontrar eventos como por ejemplo "un enemigo poderoso ha aparecido, ¡Acaba con él!". Lo que no se especifica es que pueden ser una gran horda de enemigos o simplemente algo que se conoce como "jefe secundario".
En este caso se trataba de una horda.
Aproveché la retirada de los duendes para posicionarme entre estos y el grupo.
—Me he fijado y sois dos guerreros, una maga y una pícara. ¿En qué os queréis especializar?
—Lo siento, pero has venido a "salvarnos", no a interrogarnos.
<< Esta niña me agota. >>
—Mira borde, o me haces caso o te cojo del pescuezo y te lanzo como carnada. No les hará gracia a tus amigos, pero a mí sí —le amenacé con una sonrisa.
—Va-vale... Lo siento... Quiero ser cazadora —explicó a regañadientes.
—Quiero ser un tanque.
—Gladiador por aquí~.
—Y-yo quiero ser elementalista.
—Pues muy bien. Esto es lo que vamos a hacer: os voy a ir separando pequeños grupos de duendes y vais a ir matándolos mientras practicáis el trabajo en equipo. No os preocupéis por si os da un lapsus y no sabéis cómo reaccionar; me quedaré cerca.
—¿Por qué hac-?
—Preparaos —corté a la pícara—, el tiempo es oro... ¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!
Rápidamente se dirigieron hacia el grupo de cinco duendes que había dejado separados del resto en una formación de rombo, dejando en la vanguardia al futuro tanque, quedando justo detrás suya el otro guerrero y la pícara y a sus espaldas estaba la maga.
Al ver que sus camaradas estaban pasando un aprieto, los refuerzos intentaron llegar a ellos.
—Por encima de mi cadáver.
Mientras mantenía alejada a la horda de monstruos pude ver por el rabillo del ojo como se desarrollaba la batalla que tenía a mis espaldas.
Ya tenían una estrategia si en algún caso se encontraban con un número de enemigos mayor que el suyo: la pícara y el gladiador se encargan de provocar severos daños a los enemigos, haciendo que retrocedan.
Como los atacan en pinza, hacen que se retiren hacia el centro, donde los espera el tanque, preparado para hacer de aggro e incluso infligir algo de daño.
Obviamente aquí falta el rol de una persona, y esa es la maga, encargada de preparar un hechizo poderoso para poder lanzarlo en dirección al tanque y enemigos, avisando al tanque en el momento justo para que se retire pero sin darle tiempo a los enemigos.
Esta estrategia les ha ayudado a vencer las tres tandas de enemigos que les he ido haciendo llegar hasta ahora.
—Muy bien chicos, pero preparaos para lo que os viene ahora; este será el combate más complicado.
—¡Sí! —respondieron al unísono.
Liberé mi presión y dejé que los pocos duendes que quedaban (en su mayoría domadores de lobos y arqueros) fueran a vengar a sus compañeros caídos.
Algunos de estos dudaron de si atacarme a mí, pero temblorosamente miraron por debajo de mí y pasaron lentamente por mi lado.
<< ¿Ahora soy vuestro padre o qué? >>
Realmente no era de extrañar, ya que yo era el jefe de la zona.
Esta batalla duró más que el resto que habían tenido, pero continuaron ejecutando el plan que hasta ahora les había salido bien, acabando con todos ellos.
—Fuah... Por fin se acabó.
—Me habéis impresionado, la verdad que para ser novatos sois bastante buenos, ¿habéis practicado de antemano?
—Un verdadero mago no revela sus trucos —respondió el futuro gladiador.
—Pero qué dices, si eres un guerrero.
—Pfft...
A los otros muchachos les hizo gracia el comentario.
—Bueno... Ya me entiendes... —dijo sonrojándose.
De repente, el cielo se nubló.
O eso parecía, ya que realmente había aparecido un orco, un monstruo parecido a un duende pero mucho más grande. Este parecía tener unos 7 metros de alto y tenía un mazo hecho de madera y piedras. Podría decirse que era un árbol andante.
<< Lo que faltaba; dos eventos en un mismo día. >>
¡CLANCK!
Apenas me dio tiempo a reaccionar para abalanzarme sobre el tanque, apartándolo así de la trayectoria que iba a hacer que el gran porrazo lanzado por el orco impactara de lleno sobre él.
—¡Iba a pararlo!
—Chico, sé que quieres llegar a ser un tanque confiable. Por esa misma razón, debes saber qué ataques y cuáles no puedes soportar.
—...
—Este te hubiera aplastado, créeme —sentencié.
Volví a dirigir mi mirada al enorme monstruo.
<< ¿Qué hago? Este tipo de bichos se vencen en equipo. Por mucho que me pueda costar, creo que soy capaz de vencerlo solo, pero si llegan a ver que puedo derrotar a uno lo irán contando por ahí y todo se volverá muy difícil de explicar. >>
—Mejor pasar desapercibido por el momento —susurré—. Se acabaron las clases, hora del examen.
—¿Qué? —respondieron los cuatro al unísono.
—Que os toca pelear contra esta cosa fea.
—¿C-cómo lo haremos? No tenemos nada planeado para estas situaciones —dijo la maga.
—Exacto; como no aparecen de normal este tipo de monstruos por esta zona, no veíamos necesario un plan.
—El deber de un aventurero es ganar dinero y sobrevivir. Esto incluye tener preparadas contramedidas ante cualquier situación.
Los cuatro escucharon atentamente.
—Dada la lección, esta vez combatiremos juntos.
—No te hemos visto pelear, así que esperamos que no nos defraudes, "profesor" —guiñó el futuro gladiador.
—Ya que hemos formado una alianza provisional, nos gustaría saber cuál es tu clase. Tú no nos has dicho qué eres, ahora que pienso —dijo la pícara.
—Antes de dar ilusiones, aviso de que no tengo clase específica; apenas soy nivel 13.
—¡¿CÓM-?!
—Confiad en mí.
…
<< No confían en mí... >>
—… No tenemos la opción de huir, así que solo queda luchar. Por muy bajo que sea tu nivel, daño extra es daño extra —sentenció la pícara.
<< Bien dicho. >>
—Digamos que estoy en proceso de ser paladín.
Me coloqué en su formación, en medio de los dos guerreros.
—¿Vuestros nombres? Ya que vamos a pelear juntos me gustaría conoceros mejor.
—Keyla.
—L-Lys.
—Axel.
—Dante.
—Entonces... Keyla, vas a dispararle a los ojos con tu ballesta. Axel, cuando Keyla le haya perforado los ojos, atacarás conmigo en los tendones de Aquiles, haremos que caiga. Dante, si todo sale bien, guárdate el escudo y prepara tu mejor golpetazo con el mangual porque vas a darle donde yo te diga una vez esté en el suelo. Es muy importante que le des donde yo te diga.
—A sus órdenes.
—Lys.
—¿S-Sí?
—Prepara el mismo hechizo que me lanzaste a mí. Que sea lo más poderoso posible.
—¿Dónde la deberé lanzar?
—Cuando llegue el momento lo verás.
Todos ellos asintieron.
—Entonces... ¡AHORA!
Nada más haber dado la señal Keyla ya había apretado el gatillo dos veces, lanzando con gran cadencia y bastante precisión dos flechas hacia los ojos del orco. Una flecha dio exitosamente en el blanco y la otra se quedó cerca, clavándose en la mejilla.
Suficiente para hacerlo retroceder.
—¡Axel!
Mientras el orco estaba distraído arrancándose las saetas, los dos lo rodeamos rápidamente por su punto ciego.
Aunque Axel no tuviera un espadón tan destacable como el mío, tampoco se quedaba atrás mostrando su fuerza al empuñar sus dos espadas gladius.
Le conseguimos cortar fácilmente los tendones de Aquiles, haciendo que perdiera el control de sus pies y provocando que cayera al suelo de cara.
—¡Dante, dale en el cráneo! ¡En la zona que hay cerca de la oreja!
—¡Bien!
¡CRASH!
<< Hey, cuidado con este chico. Menudo porrazo... >>
Realmente no pensaba que le iba a salir con el primer golpe.
—¡Lys, ahí!
Aún estando algo indecisa, Lys liberó el hechizo.
La ráfaga de viento perforó ferozmente a través de la gran herida que hizo Dante.
El sonido que produjo la ráfaga una vez dentro del cráneo era indescriptible.
Bueno, si tenía que ponerlo en palabras; parecía una licuadora.
Durante unos segundos se podía escuchar el sonido desgarrador y asqueroso de cómo un cerebro del tamaño de mi pecho estaba siendo licuado hasta convertirse seguramente en una sopa rosa. Y digo seguramente porque siquiera me interesé por ver.
—¡Buah! ¡Asqueroso! ¿Pero era necesario esto? —se sorprendió Axel mientras observaba el interior del cráneo lacerado.
<< Veo que a alguien sí le interesa ver sopa de cerebro de monstruos... >>
—Completamente; los orcos tienen muy buena regeneración, por lo que si no le hubiéramos destrozado por completo, no hubiera tardado ni unos pocos minutos en recuperarse de cualquier daño que le hubiésemos hecho.
—¿Cómo sabes tanto? —preguntó Dante.
—Digamos que me gusta preparar contramedidas ante cualquier posibilidad —guiñé—. Por cierto, ¿Qué nivel sois ahora?
—Ahora mismo acabo de subir a nivel 20—respondió Keyla—. La experiencia que nos ha dado este bicho nos cuesta conseguirla en un día y con un buen trabajo en equipo no hemos tardado ni 5 minutos.
—Tienes razón, yo acabo de subir al nivel 20.
—¡Dios, por fin soy nivel 20!
—Y-yo también he subido al 20.
—Oh, muy bien... Nada mal.
…
—Pues bueno chicos, aquí se separan nuestros caminos. Espero que completéis vuestra aven-
—No... —susurró Keyla.
—¿?
—¡No, nada! ¿A dónde te diriges? A lo mejor nosotros también vamos ahí y podemos ir juntos.
—Ah, ya entiendo, queréis aprovechar mi gran habilidad para el combate —presumí mientras me daba palmaditas en el pecho.
—¡Ni te lo creas amigo! —respondió Axel—. Podemos cuidarnos por nuestra cuenta pero queremos agradecerte por la ayuda.
—A-además eres simpático.
—Parece que vas solo así que no seremos mucha molestia.
—¡N-nos acabarás agradeciendo —Keyla se sonrojó— que te hagamos compañía!
—¡Eh! Más despacio vaqueros. Hablar con más respeto que soy mayor que todos vosotros.
—¿Enserio?
—Tengo 23 años y no os preocupéis, podéis venir conmigo. Tengo un carro, pero está lleno. Deberéis ir a pie.
—¿Qué hay tan importante que debes dejar a tus nuevos compañeros a pata?
—Veréis...
***
Les expliqué la misma historia que le conté a Guzmán, el jefe de la aldea.
—Oh, vaya... Lo siento...
—Sí, es una pena... —susurró Lys.
—Pues no sé qué decir; es algo normal.
—Axel —replicó Dante.
—No, tiene razón: los aventureros saben en lo que se meten. Lo único que quiero es devolverlos y darles un final digno.
—Pues me parece muy bien. Te vamos a acompañar. Es más, teníamos pensado regresar al gremio.
—Pues vamos.
Los 4 me siguieron y enseguida llegamos al carro.
Justo estaba donde le había dicho que se quedara. Que responsable era mi Apex.
Nos dispusimos a ir en dirección al gremio mientras hablamos de varias cosas.
Estuvimos hablando un largo rato de varios temas hasta que Axel no pudo aguantar la curiosidad.
—Por cierto, ¿Cómo te llamas?
Los otros 3 posaron sus miradas en mí de golpe. Pareciera que quisieran saber lo mismo.
—¿Mi nombre?
—Sí. Ya que sabes los nuestros, no estaría de más saber el tuyo.
—Tienes razón... Podéis llamarme Neo.
Nivel: 14 (31/3715 exp) (PdV/nivel: 1685)
Vida: 1260 +630 Resistencia: 29 +14
Flujo: 330 +165 Destreza: 29 +14
Fuerza: 29 +14 Magia: 23 +11
Agilidad: 29 +14 Inteligencia: 23 +11
PdV actual: 5765 PdV/stat: 100
Clase: Jefe Inventario: 0/0 (642 dineros)
Voluntad del jefe: Estadísticas *1.5 -- Dificultad subir nivel *2 pero PdV/nivel *3.
Gula del jefe: 100% PdV por victoria.