Incivilization In Earth A-857

🇦🇷hegelthediary
  • --
    chs / week
  • --
    NOT RATINGS
  • 1.4k
    Views
Synopsis

Prólogo.

[Un miércoles a las once de la mañana, en una escuela remota de la ciudad Eurich, en Nuevo Ebea]

—Abran el libro en la página catorce… —dirigió el profesor, mientras se apoyaba en su escritorio.

Todos en el aula siguieron la orden, menos cuatro de los que estaban al fondo, en la fila izquierda; perdidos en su mundo, charlaban de algunas cosas más interesantes.

—¿Creen que la teoría de los experimentos nucleares sea verdad? —dijo Julius en voz baja e inclinándose un poco hacia adelante.

—Es muy probable, el gobierno lo intenta ocultar, pero no son buenos en ello —respondió Hans, tirando de a poco la cabeza hacia atrás.

El profesor seguía hablando.

—Yo vi hace poco un vídeo que lo prueba. —Dejó de hablar un momento porque el profesor se quedó callado, pero después de unos segundos continuó—: Como sea… ¿Vieron el último modelo del Reise?

—¡Oh, sí! No puedo esperar a tener veinte para usarlo.

Tres de ellos se rieron en voz baja.

—Daniel, estás muy callado, ¿pasa algo? —preguntó Bemus, bajando un poco la cabeza para que el chico lo viera.

—Ah, sí, sólo pienso en lo raro que es que una persona pueda ver a una versión alterna de sí misma al viajar a otro universo.

—O que su otra versión lo vea a él —bromeó Hans y luego sonrió.

—Claro…

—¿Y cómo es el tema de que tú no… —Bemus se calló al mirar a los otros dos, que le hacían señas para que se callara.

El profesor se aclaró la garganta, y los cuatro lo vieron.

—¿Me van a dejar terminar?

—¡Sí, profesor! —gritaron los cuatro en conjunto.

Al cabo de una hora y media, el horario de clases terminó; los estudiantes salían de a poco.

—¡¿Daniel?! —gritaba Hans, buscando a su amigo en la puerta de la escuela.

El seguía, hasta que algo lo asustó. Dió un pequeño salto, y vio a Daniel detrás de él sosteniendo su brazo derecho.

—¿Pasa algo? —Hans quitó la mano de Daniel de su brazo.

Daniel insistió, colocando nuevamente su mano —esta vez— en el hombro de su amigo.

—Tienes cara de haberte comido un payaso.

Contuvo la risa, para luego empezar a caminar por delante de Hans, mientras tiraba de su hombro.

Casi corriendo, salieron de la multitud, para luego cruzar la calle.

Ambos rieron por la prisa de Daniel, después empezaron a caminar.

—Sabes, creo que eres uno de los que más sabe sobre lo del multiverso.

—¿En serio?

—¡Claro! —exclamó, posando ambas manos en los hombros de su compañero—. Aunque ya sé de dónde sale esa curiosidad.

La expresión cómica de Daniel se esfumó.

—No quiero hablar de eso —murmuró y apartó la vista.

—Es algo de lo que hablar, ciertamente.

Ambos se quedaron en silencio, hasta que Hans rompió el hielo con una palmada en la espalda. Daniel se lo devolvería con una sonrisa.

—Sabes… Deberías darme clases particulares sobre estos temas —bromeó el peliblanco.

—Mi papá no tendría problemas con que vengas hoy.

Después de decir eso, ambos chocaron miradas.

Luego de ese vistazo, apartaron la mirada y corrieron, como si de una carrera se tratase. No importó si la gente miraba mal a Daniel por su reputación, o si se tropezaban, solo siguieron corriendo.

Al llegar a la casa de Daniel, su padre, el señor Blaz, los recibió con una carcajada, puesto que los chicos estaban sucios y alborotados, con los pelos enredados y la cara raspada.

—¡Suban con cuidado! —gritó Blaz al ver a los dos correr en la escalera para ver quién llegaba primero.

Entraron al cuarto, se sentaron en la cama, hablaron sobre la escuela, el día, y por último, sus inquietudes.

—¿Sabes? Me preocupa todo lo qué está saliendo a la luz sobre las organizaciones y el origen de los superhumanos.

—¿Y tú sabes qué? —Hans lo miró con un gesto burlón, antes de seguir hablando—. No importa lo que pase en el mundo mientras estemos nosotros juntos. Además, gracias a todos estos sucesos, se crearon varias cosas de beneficencia humana, y eso significa que cuando tengas veinte podrás conseguir un Reise y viajar a otros universos, ¿cómo te suena eso, eh?

—Lo sé, pero es que esos experimentos… La radiación que nos da poder… Son temas muy raros y difíciles de asimilar.

Hans se levantó, para luego ponerse delante de Daniel.

—No importa. ¿Por qué no pruebas a usar tus poderes otra vez?

—Porque no los controlo, ya lo sabes —dijo con el ceño fruncido.

—¿Un intento, por lo menos?

Daniel suspiró, y se rindió ante él. Se levantó, quedándose aún cerca de la cama.

Alzó los brazos y, con toda sus fuerzas, acumuló khai en las palmas de las manos, pero lo único que logró es que salgan chispas de pobre calidad. Eso lo desanimó más.

—Hey, tranquilo…

—¡Hans, tu madre te llama! —gritó Blaz desde las escaleras.

Ambos se miraron melancólicos, sabiendo que se terminó la diversión, si es que así se le podía llamar. Se despidieron con un choque de puños, Hans bajó, y ahí terminó el día para Daniel.

«Mañana será un nuevo día», pensó él, mientras se acostaba en su cama.