"Residencia desconocida"
Hawks estaba recostado
en un sofá, con una bolsa de hielo improvisada sobre su hombro izquierdo. Sus
alas, usualmente un símbolo de orgullo y eficacia, ahora parecían una carga.
Aunque no tenía fracturas según el diagnóstico preliminar, algo andaba mal. Los
músculos alrededor de sus omóplatos estaban rígidos, casi paralizados, y
cualquier intento de mover sus plumas resultaba en un dolor punzante que le
hacía contener el aliento.
—Maldita sea...
—murmuró, dejando caer la bolsa de hielo sobre la mesa frente a él.
Su teléfono vibraba
insistentemente en la esquina del sofá, pero no tenía la energía ni el ánimo
para contestarlo. Sabía quién era. Ayumi Sato no era precisamente una persona
que entendiera excusas médicas, y tampoco era conocida por su empatía.
"Justificativo
médico aprobado", pensó con sarcasmo. Ni siquiera había sido suficiente
para tranquilizarla durante un día.
El teléfono vibró de
nuevo. Esta vez, un mensaje apareció en la pantalla:
"Espero que tu
recuperación sea rápida. Necesitamos resultados. No olvides cuál es tu
lugar."
Hawks soltó una risa
amarga y apagó el dispositivo.
—"Mi lugar",
claro... —susurró para sí mismo, masajeándose el cuello mientras trataba de
ignorar el dolor que irradiaba desde su espalda hacia sus hombros.
Él solo seguía órdenes,
indicaciones, cumplía con su trabajo pero era el único que pagaba los platos
rotos… trató de decírselo a la presidenta desde un principio, Shiba Kaien no
era alguien a quien pudiesen someter con sus leyes y manuales de
comportamiento, habían héroes igual de problemáticos que Kaien que eran
vigilados pero no eran ni la cuarta parte de fuertes y por ende no eran un
problema real.
Pensar en Kaien solo le
producía escalofríos horribles que acentuaban su dolor en las alas y le
revolvía el estómago… Shiba Kaien era un misterio, no le interesaba crear una
marca o posicionarse en las tablas de popularidad de héroes, dudaba de que su
licencia estuviera al día y no entendía como se le permitía enseñar en la UA.
Tutor del segundo año
del curso de héroes y ahora estaría encargado de la nueva generación que
ingresaría al primer año, era una coincidencia que le ponía los pelos de punta
a la presidenta que Nezu haya elegido a Kaien como instructor de la rusa
terrorista… la presidenta no era la más amigable con los extranjeros y era
evidente que no le estaba agradando nada tener que reformar a una adolescente
problemática que había huído de la justicia con seguramente apoyo de su familia
privilegiada.
Solo por ello no sentía
tanto remordimiento haciendo lo que hacía, la chica no le parecía la más
honesta y arrepentida del mundo, parecía altanera y desafiante creyendo que
podría pararse delante de la presidenta con ese aire de superioridad creyéndose
intocable, claro que escuchó la conversación que tuvo con la presidenta desde
el minuto que había bajado del avión, sus plumas eran eficaces cuando estaba en
pleno uso de su particularidad.
Un golpeteo en la puerta
lo saca de sus pensamientos, se eriza… se supone que nadie conocía esa
residencia en la que estaba, atraviesa la sala con pasos cuidadosos y vuelve a
escuchar el golpeteo.
-¿Quieres abrir? Estoy
demasiado cansado para forzar la cerradura
La voz de Blue Sniper
llega a sus oídos, resopla y abre la puerta… el héroe de cabellos azules
sostiene una bolsa de comida de dónde se desprende el aroma delicioso a pollo
frito.
-Vine a asegurarme de
que siguieras con vida…
Hawks se pregunta como
averiguó dónde vivía.
"Residencia Doxiadis"
Irene regresó a su casa
con más dudas que respuestas, cuando Kaien le había dicho que la espiaban y que
ella debía averiguar quién o que era no creyó que fuese verdad, pensó que era
algún tipo de chiste o algún ritual extraño de integración… solo ahora se da
cuenta lo tonta que fue.
-Debemos decírselo a papá
Irene se lo dice,
sentada delante de su madre en el precioso jardín trasero mientras su
progenitora disfrutaba de una merienda refinada mientras se deleitaba con un
libro.
-No veo el motivo
La rubia expresa con
calma.
-¿Para que estresarlo
con suposiciones infundadas? Realmente no tenemos evidencia palpable.
E Irene frunce el ceño.
-¿Estás bromeando, mamá?
Su voz sale con molestia,
quizás en un tono de voz más alto de lo que debería.
-Kaien me lo confirmó,
¡¿Qué quieres que haga?! ¿Debo actuar como si no hubiera pasado absolutamente
nada?
Mavis cierra su libro
manteniendo el silencio.
-No me levantes la
voz, Irene…
El ruso en la lengua de
su madre era intimidante, la pelirroja mira a su progenitora con el ceño
arrugado, sus puños cerrados sobre la mesa.
-Y eso es exactamente lo
que harás, jovencita…
La rubia se levanta e
Irene la sigue con la mirada
-Estamos en un país
extranjero que no es exactamente el más tolerante, estamos solas, tu padre y
tus hermanos en Grecia ¿Qué te hace pensar que podemos pelear ahora?
Rodea la mesa, se coloca
detrás de su hija, apoya sus manos sobre su garganta en un apretón suave y se
inclina a susurrarle al oído.
-Y harás lo que tengas
que hacer para terminar esta tortura rápido y volver a casa, incluso si eso
incluye tragarte tus amenazas y jugar el juego de esta gente
Desliza sus manos por
sus hombros.
-Serás buena, obediente,
seguirás las reglas, pondrás buena cara y si te cruzas a ese héroe le pondrás
la sonrisa más linda que tengas…
Sube sus manos frías de
uñas afiladas al rostro de su hija y le ladea la cara haciendo contacto visual
con ella.
-Por que tu libertad y
el apellido de nuestra casa depende de ello…
Le da una palmadita en
la mejilla y se aleja de ella con una sonrisa suave en sus labios.
-¿Haz entendido?
El labio inferior de la
pelirroja tiembla ligeramente, sus ojos están brillantes y humedecidos, su
garganta arde.
-Sí, madre.
"Al siguiente día"
"Tienda"
Era temprano en la
mañana e Irene había decidido ir a comprar ropa, realmente no había traído
mucha ropa y ya no le gustaba, había elegido prendas monocromáticas y "aburridas"
por que su padre le había dicho que debía aparentar "prudencia" según
recomendaciones del abogado pero ahora que lo pensaba mejor, ¿No sería más
apropiado lucir colorida como una adolescente común y corriente si deseaba
aparentar que no era una asesina?.
Así que ahí estaba en
esa boutique, tratando de encontrar algo que la convenza y fuera de su talla,
no entendía por que su talla usual no le quedaba en las medidas de esa tienda.
"Japoneses y sus
estándares anorexicos"
Pensó cuando la cuarta
falda en G no se pudo abrochar en su cintura en el probador, resopló con
fastidio y terminó vistiéndose resignada… tendría que elegir ropa más grande o
fabricarla ella misma, la vendedora la juzgó con la mirada cuando pidió dos tallas
más.
Siguió mirando blusas,
sus pechos no cabría en esos escotes ajustados y definitivamente necesitaba
ropa más cómoda considerando que pese a ser adolescente sería una adolescente en
formación heroica, tendría que vestir lo suficientemente juvenil pero también
práctico para ayudar en cualquier escenario.
Después de dos horas más
encontró algo de ropa decente que no la harían parecer una adulta depresiva que
vestía de negro todo el tiempo, salió de la tienda con el bolso en su mano
derecha siendo acompañada de cerca por el seguridad que se le asignaba cuando
decidía salir mucho tiempo sola de la residencia y claro, como le había dicho
su madre ponía la mejor cara posible, subió al vehículo sin esperar a que le
abran la puerta y tomó asiento poniéndose el cinturón.
-¿A dónde ahora,
señorita?
El guardia lo mira por
el retrovisor, sus ojos castaños observándola fijamente.
-A casa, por favor.
El vehículo sale del
aparcamiento, el camino es tranquilo y ella casi cabecea apunto de dormir con
la cabeza apoyada parcialmente en el cristal… entonces escucha bocinas por una
fracción de segundo, el vehículo delante de ella frena de golpe, el seguridad
frena profundamente, Irene siente la fuerza jalarla hacia el frente y el
cinturón tira de ella manteniéndola en su silla, sus ojos miel se abren de par
en par.
-¡Cuidado!
Grita, extiende su mano
hacia el asiento del guardia cuando el vehículo delante de ellos es puesto
verticalmente sobre sus ruedas traseras cayendo tenebrosamente sobre ellos,
Irene aprieta los dientes y de su palma derecha dispara una onda de luz violeta
neón que destroza el techo del coche y el capot del otro auto lo
suficientemente fuerte para evitar que los aplastara por completo.
-¡Señorita Doxiadis…!
El guardia jadea, la luz
lo dejó ciego por unos instantes, vería puntos de luz en su visión por un buen
rato, la alarma del vehículo sonando estrepitosamente… Irene se quita el
cinturón y abre la puerta, el guardia se eriza.
-¡Señorita Doxiadis…!
¡¿A dónde va?!
Trata de quitarse el
cinturón pero sus manos están temblando, Irene deja la puerta abierta, camina
rápidamente y ahí lo ve… un héroe cuyo nombre desconoce en el suelo adolorido,
la gente gritando y corriendo, en el centro un villano deforme, era humano pero
parecía tener bolas de carne y grasa debajo de la piel con algunas extremidades
extras en la espalda, por lo flácido que se veía asumió no eran movibles.
-Mierda…
Aprieta sus puños de
inmediato, mira a los lados, ningún héroe cerca… el villano se acerca a otro
vehículo y lo levanta en el aire con sus dos manos sosteniéndolo, hundiendo sus
dedos en el metal y parece decidido a aplastar al héroe con el carro.
Iba a arrojarse encima,
entonces escucha tiros, su guardia del lado derecho disparando todo el cartucho
de su glock contra el villano, las balas se hunden en las bolas de grasa y
carne con piel, el villano voltea a verlos.
-¡Señorita huya…!
Irene sabe que el
guardia no tiene un quirk, así que no hace caso, el villano voltea a verlos con
el vehículo aún en su agarre y lo arroja hacia ellos, Irene levanta sus manos
delante de ella, sus palmas desprendiendo un brillo violeta dispuesta a crear un
escudo de luz para repeler el peso del vehículo.
De reojo ve haces
rojizos pasar a su lado, plumas afiladas se clavan contra el vehículo elevándolo
en el aire, la expresión de sorpresa no dura en la expresión del villano antes
de que una lluvia de plumas caiga sobre él inmovilizándolo en un grito de dolor
contra el pavimento.
Irene se relaja, la luz
neón desapareciendo, su guardia acercándose rápidamente a ella para asegurarse
de que esté sana, escucha algo caer sobre el techo de su vehículo y voltean.
Ahí lo ve, cabello
rubio, ojos ámbar, alas rojas significativamente más pequeñas por haberlas
usado para inmovilizar al villano y detener el vehículo, se endereza sobre el
techo del carro, acomoda sus lentes y ofrece una sonrisa confiada.
El resto de civiles
presentes grita, aplaude, están eufóricos e Irene piensa que todo esto debe ser
un jodido mal chiste.
Hawks sacude un poco sus
alas y sus plumas regresan a sus dos extremidades, baja elegantemente de un
salto e Irene siente su adrenalina quemarle la sangre.
¿Qué pasaría si
decidiera atacarlo? ¿Y si lo confrontaba en publico? No… no era buena idea,
sería una mancha difícil de borrar con tantos testigos presentes, el guardia
casi parece deslumbrado por la presencia del héroe e Irene quiere poner una
expresión de fastidio, no entendía la idealización que tenían con sus héroes,
en Rusia no idolatraban de esa forma tan exasperante a sus héroes.
-¿Se encuentra bien,
señorita?
Le estaba hablando a
ella, Irene entrecierra sus ojos levemente como si estuviera procesando sus palabras,
como si hubiera olvidado el idioma y por un segundo lo hizo.
"Es más bajo de lo que
esperaba, medimos lo mismo"
-Si, estoy bien
Es la respuesta tan seca
que escapa de sus labios seguido de una sonrisa, Hawks asiente y finalmente
mira al guardia, le da una palmada en el hombro.
-Fuiste muy valiente al
plantarle frente, eres un verdadero héroe.
Los ojos del guardia se
iluminan, e Irene casi se ríe ante la frase que para ella se oyó falsa, el
héroe se mueve al centro del desastre, el otro héroe ya está siendo atendido.
Hawks sonríe, saluda a
los civiles, cámaras por todos lados y a Irene le parece asfixiante, el guardia
sigue en su propia nube de excitación.
"Los comunes se
impresionan con algo que no pueden tener"
Le había dicho su padre
una vez y ahora entendía que nunca se había referido a la clase trabajadora o
al dinero, si no a la enorme diferencia entre ellos, humanos sin nada
particular y ellos, personas como Hawks en la cúspide de fama o ella, con
suficiente poder para mantenerse en el juego.
La sirena policial se
escucha, bajan armados y el detective se acerca a Hawks, intercambian palabras
que no logra oír pero entonces hace contacto visual con él, los ojos del héroe
eran más amarillos de lo que se veía en la revista.
-Deberíamos irnos...
Irene murmura a su
escolta, pero es demasiado tarde… dos oficiales y el héroe viniendo hacia
ellos, e Irene inhala profundamente.
-Señorita…
El oficial saluda con
seriedad en su rostro, e Irene ya se arrepiente de haber intervenido, fuerza
una sonrisa en sus labios
-¿Hay algún problema,
señor oficial?
"Actúa tranquila, ellos
no saben lo que haz hecho"
Piensa para si misma
buscando mantener la compostura.
-Para nada señorita,
pero necesitamos tomar la declaraciones de los dos.
Irene solo asintió,
fingió cordialidad… claro, el guardia había usado su arma y se necesitaba
declaración por ello, solo esperaba que su propio seguridad no la delatara, que
no delatara que había usado su quirk sin supervisión, miró de reojo por unos
segundos al hombre esperando que entendiera el mensaje.
Por supuesto que el
guardia no había entendido el mensaje, ella contó su versión de los hechos
omitiendo cuidadosamente que usó un impacto de neón para detener el coche y que
estuvo a dos segundos de desplegar su particularidad con toda la intención de
combatir contra un enemigo sin ser una estudiante con carnet.
Sabía que decirlo la
metería en problemas pero su guardaespaldas lo contó casi idolatrándola
mencionando que hubiera muerto si no fuera por la intervención de ella, que
hubieran sido aplastados.
-Señorita…
La voz de Hawks resuena
a sus espaldas, el oficial que la atendía estaba terminando de escribir, Irene
pone de vuelta su sonrisa en sus labios y ladea el rostro.
-¿Si, señor?
¿Cómo se supone debería
referirse a él? Técnicamente no era un señor pero… nisiquiera se habían
presentado formalmente y no tenía las ganas de llamarlo por su nombre de héroe.
-Necesito hablar con
usted
Hace un gesto con la
mano señalando un punto apartado, ella solo amplia su sonrisa forzosa.
-¡Seguro…!
Sus mejillas le
castigaban su gesto falso, la sonrisa no llega a sus ojos, la expresión del
héroe seguía siendo tranquila pero con una matiz un poco más seria.
-Señorita Doxiadis
¿Verdad?
Irene asiente.
-¿En que puedo servirle?
"Estúpida".
Se dice mentalmente a si
misma, ¿Cómo se atrevía a preguntarle a ese entrometido en que podría servirle
ella? No era propio de alguien de su clase decirle a alguien como él ese
tipo de cosas y si su madre la oyera seguro que le jalaría de las orejas.
-Imagino que conoces las
normativas vigentes en Japón sobre el uso de las particulares…
Hawks comienza, Irene
asiente, decide fingir demencia y poner su mejor expresión de inocencia.
-Claro que lo conozco
Pestañea fingiendo
confusión.
-¿Eh hecho algo que
quebrante alguna ley?
Su expresión es de
absoluta preocupación y confusión.
-Si, señorita
Esperaba oír un "no" o
que él se apiadara de ella de alguna forma pero Hawks no le compró el papel de
víctima, claro, Irene supuso que él sabía que cosas había hecho ella en Rusia.
-¿Cómo eh quebrantado yo
la ley si fui la que estuvo en peligro?
Su tono de voz adquiere
un tinte sarcástico que no puede ocultar de todo y una sonrisa tira de los
labios del héroe.
-La utilización de
particularidades sin permiso emitido por el gobierno va contra las leyes
-No lo sabía…
Murmura, claro que
estaba mintiendo y ambos lo saben.
-El desconocimiento de
la ley no la exime de culpabilidad, señorita Doxiadis.
Irene sonríe de medio
lado.
-¿Culpabilidad? ¿Esto es
un juicio ahora, señor?
Sus ojos miel con
espirales brillan ligeramente con cierta rebeldía, su postura cambia a una más
confiada, como si olvidara por un segundo su personaje de jovencita perdida en
la gran ciudad extranjera.
-No, no lo es…
Hawks ladea levemente el
rostro sin quitarle los ojos de encima.
-Pero considerando que
actuó de buena fe y que ya tiene usted un mal día con su vehículo destrozado,
por esta vez lo permitiré…
Irene casi se ríe
satisfecha, pero solo asiente en silencio.
-Agradezco tanto su
consideración…~
Su tonito de voz es
forzadamente agradecido, Hawks le sonríe y niega con una mano.
-No necesita
agradecerme, no hubiera necesidad de que usara su particularidad si yo hubiera
llegado un poco antes.
Y ahí estaba el
personaje que todo héroe debía vender, de abnegado guerrero que se exige
siempre ser mejor de lo que ya es.
-Por eso, ya se lo eh
dicho a la policía… eso es todo, solo tenga más cuidado la próxima vez
-Lo tendré en cuenta,
agradezco su consideración…
Una última sonrisa,
ambos de ojos miel viendo al otro fijamente como si supieran entre si sus
verdaderos papeles detrás del bonito show que estaban montando.
-Que tenga buen día,
señorita…
El héroe extiende sus
alas y levanta vuelo casi de inmediato, Irene tiene que cerrar momentáneamente
los ojos por el viento y luego suspira.
"Huele a una maldita
rata de espionaje"
Necesitaba contarle a
Shiba lo ocurrido.