Toco la puerta de la habitación y al instante un hombre me abre.
- Adelante, pasa Damián por favor. - Me dice Arturo.
- Me mandaste a llamar?. - Le pregunto al entrar.
- Si, siéntate, quieres algo de beber?. - Me pregunta mientras me señala un sillón para que me siente.
- No, muchas gracias. - Le respondo al sentarme en el lugar que me indicó.
- Cómo está tu esposa?.
- Físicamente está mejor, pero hace un rato el doctor tuvo que inyectarle un sedante porque tuvo una crisis nerviosa.
- Lamento escuchar eso, espero que todo se vaya acomodando en su lugar nuevamente. No sé en qué estaba pensando cuando me alié con ese traidor, definitivamente hizo muchas cosas a mis espaldas.
- Y bien... para que me necesitas?. - Le pregunto muy seriamente, ya que se está desviando del tema y no me gusta apartarme de Alexa aunque esté cuidada por Andy, Simons, Thompson, Hunter, Vincent y hasta Reagan.
- Dentro de algunas horas se ajusticiara a Hall y no sé si quieras estar ahí...
- Lo matarán?.
- Es probable.
- Por supuesto.
- Muy bien, más o menos en una hora nos iremos.
- Estaré listo. - Digo al levantarme del sillón y luego salgo de la habitación.
Claro que quiero estar ahí, para asegurarme de que ya nos va a dejar en paz de una vez por todas.
El resto de tiempo estuve con Alexa, viéndola dormir y asegurándome de que no tuviera otra crisis, pero tenía que irme y eso no me deja muy tranquilo. Al final, el doctor me aseguró que ella no despertaría en toda la noche y los demás me aseguraron su protección, por lo que al final me voy con Arturo un poco más tranquilo.
Me encuentro apoyado en la pared de un corredor, observando de vez en cuando la hora en mi reloj.
- Hall quiere hablar contigo antes de que comience el juicio. - Me dice Arturo al acercarse a mí por el pasillo.
Sin decir nada, me dirijo hacia la celda en donde se encuentra él. Al entrar, veo a un hombre con golpes por todas partes, con sangre incluida prácticamente en todas sus heridas visibles. Él se ve cansado, sucio y sin camisa como lo vi por última vez cuando encontramos a Alexa.
Él está sentado en una silla metálica, con unos grilletes oxidados en las piernas y con otras en igual estado en sus manos que están atadas en la parte de atrás de su espalda. Cojo una silla de las mismas que se encuentra a un lado de la habitación sentándome al frente de él, tan solo separándonos unos barrotes. Él levanta la cabeza y la verdad es que se ve fatal, así que pongo mi espalda en el respaldar de la silla, levanto una ceja, cruzo mis brazos y lo observo.
- Los dejo solos para que hablen. - Dice Arturo y luego escucho la puerta cerrarse.
- Te alegras verme en este estado, verdad?. - Me dice Hall mientras escupe algo de sangre.
- Cada quien obtiene lo que se merece y a pesar de que te ves espantoso, creo que aún no has recibido lo que te mereces.
- Estás respirando por la herida... - Interrumpe para toser un poco y luego continua.
- Porque Alexa fue mía. - Logra decir con una sonrisa en su cara.
- Tú sabes que eso no es verdad, me aseguré de saberlo. Ella nunca fue tuya ni lo será jamás y solo pienso que eres un hombre demasiado patético para decir tantas estupideces y que solo con mentiras puedas creer que tienes a alguna mujer.
De inmediato deja de sonreír para luego mirarme de forma asesina.
- Me has decepcionado Hall, de verdad llegue a creer que eras un tipo mucho más inteligente.
- Veo que me subestimas... te voy a contar algo perro faldero.
Me quedo en silencio observándolo y preparándome para escuchar otra de sus idioteces. Él me observa y cuando ve que no estoy muy interesado, veo que su ira sale a flote en su rostro.
- Cuando el padre de Alexa no quiso venderme los pozos petroleros al rechazar todas mis propuestas, fue cuando decidí tomarlos sin importar el costo y conocí a alguien que los odiaba más que yo. Con su ayuda organizamos el plan para asesinarlo a él junto con toda su familia y sabes contra que chocaron ellos cuando perdieron el control del auto... contra el de tus padres... fueron dos pájaros de un solo tiro. – Me dice con mucho orgullo.
Al decirme, él no deja de mirarme y de mostrarme sus dientes llenos de sangre en una sonrisa burlona. Yo solo me enderezo en la silla, dejo de cruzar mis piernas y brazos, luego me inclino hacia los barrotes, pongo mis codos en los muslos y cruzo los dedos sin dejar de mirarlo.
- Ya lo sabía, crees que soy estúpido y que no se me había ocurrido investigar la muerte de ellos y de mis padres?. – Le digo y al instante, él deja de sonreír para luego mirarme con sorpresa, pero después de unos momentos, él vuelve a romper el silencio.
- Ahora sí que me has dejado sorprendido... – Me dice en un susurro.
- Me importa un pepino cómo te sientes ahora, porque mejor no dejas de hablar tanta basura y mejor te comportas como un hombre por primera vez en tu vida y me dices de una vez por todas quién es la mujer que te ha ayudado en todo y que es tu amante.
- Así que no has podido descubrir ese pequeño detalle... pero porque crees que te lo diré?.
- Tal vez porque ahora tienes la oportunidad de demostrar supuestamente tu amor por Alexa y salvarla.
- Aunque lo dudes perro faldero, yo la amo... ella es un ángel y se hace querer de inmediato. No sé en qué momento me enamoré de ella, tal vez fue por su ternura, su dulzura, su bondad... la verdad es que no lo sé. Comencé a sentir culpa, pero al final tomé la decisión de que me casaría con ella y que tal vez podría ir dejando mis negocios clandestinos poco a poco por ella... – Mientras Hall me confiesa sus supuestos sentimientos por Alexa al tener su mirada como ida al recordar algunas cosas, no puedo evitar pensar que el tipo está demente.
- Bueno, pues demuéstrale su amor.
- No te lo voy a decir, porque ella evitara a toda costa que ustedes sean felices. - Me dice apretando los dientes y nuevamente con odio en los ojos.
- Está bien, no me lo digas, yo lo descubriré y estoy a un paso de hacerlo. Solo te di una oportunidad para que fueras un hombre de verdad, pero lo único que usted puede sentir es un egoísmo y envidia por lo que tienen otros y que evidentemente usted no puede o no podrá tener nunca. Usted no está enamorado de Alexa, lo que esta es obsesionado por que no la pudiste tener al final. – Le digo, me levanto de la silla y saco un par de alambres de uno de mis bolsillos de la chaqueta, me acerco a los barrotes y luego a la cerradura. Con un par de movimientos, abro la celda e ingreso, Hall me mira totalmente sorprendido, me acerco a él y luego introduzco en su boca un pañuelo para después cerrarle la boca con una cinta, me coloco unos guantes negros y me pongo frente a él.
- Esto es por los padres de mi esposa. - Le doy un puño en la cara.
- Esto es por mis padres. - Le tiro la cabeza hacia los barrotes y él solo gime de dolor sin poder gritar.
Luego me ubico a sus espaldas, me acerco para decirle algo al oído cogiendo al mismo tiempo su mano izquierda.
- Y esto es por lo que le hiciste a mi esposa...
Cojo su dedo anular de la mano izquierda, ejerzo presión hasta fracturárselo y de inmediato, escucho un grito ahogado de dolor. Me quito los guantes y le quito la mordaza provisional que le había puesto para amortiguar sus gritos.
- Maldito... - Logra decirme.
- Y agradece de que di mi palabra de no matarte, que te diviertas en tu juicio. - Le digo al salir de la celda, dejando todo en orden para luego salir de la habitación, dejando a mi espalda los quejidos de Hall.
- Qué hiciste Evans?. - Me pregunta el mismo hombre que me había cuestionado cuando le disparé en la pierna a Hall.
Ya me tiene tan harto por sus cuestionamientos, que lo cojo del cuello de su traje y lo llevo hasta una pared.
- Arreglé algunas cuentas pendientes con él solamente. Agradezcan que soy un hombre de palabra y que no lo he asesinado yo mismo, porque de todos ustedes yo soy el que tiene más razones para matarlo. No lo he hecho a pesar de que las ganas me invaden cada vez que lo veo, pero si tengo la oportunidad de hacerlo sufrir un poco, no la voy a desaprovechar. Así que deja de meterte en lo que no te importa y deja de provocarme, porque estoy a punto de perder mi paciencia y la poca cordura que me queda. - Lo suelto de forma brusca al terminar de hablarle.
- Mira Arturo, creo que es mejor que controles a tu hombre porque para la próxima vez no voy a responder por mis acciones. – Lo miro y él solo asiente. Después de observarlo por un breve momento, me giro y camino hacia el final del pasillo.
Como media hora después, comienza el tal juicio que ejercen para cualquier miembro de su sociedad secreta que rompe las reglas y mientras la presencio, me siento bastante incomodo con la situación porque no me gusta ver escenas tan sangrientas, pero tengo que quedarme para asegurarme de que Hall no vuelva a molestarnos.
Los tales jueces, ven las pruebas recolectadas en contra de él y cuando le hacen alguna pregunta y no obtienen respuesta, lo torturan. Menos mal que la situación no es muy larga y en tan solo unos minutos, condenan a Hall a muerte, a la horca.
En el momento de la ejecución, nuestras miradas no dejan de encontrarse, aun cuando ya está agonizando, él no deja de verme y yo solo puedo mirar cómo se va la vida de sus ojos.
Cuando bajan el cuerpo de Hall y un médico revisa su cuerpo para corroborar que ha muerto, yo sigo sin dejar de observarlo.
- Bueno Evans, ya ha terminado prácticamente todo con respecto a Hall. - Me dice Arturo.
- En cuanto mi esposa se sienta mejor, firmara los documentos de los pozos petroleros. - Le respondo.
Mientras hablamos los dos, veo que a Hall lo ingresan en una bolsa. Me acerco a él antes de que lo terminen de empacar.
- Préstame tu arma Arturo. - Todos los que están cerca de nosotros, me observan como si tuviera dos cabezas.
- Para que la quieres?. - Me pregunta Arturo algo confundido pero extendiéndome el arma con su mano.
Sin decir nada y sin mirarlo, cojo el arma de su mano y le disparo a Hall en la cabeza unas tres veces. Todos los presentes no pueden creer lo que están viendo, yo solo me giro de nuevo y le devuelvo el arma a Arturo.
- Por qué diablos hiciste eso si el tipo ya está bien frio?. - Me pregunta nuevamente Arturo con más confusión que antes.
- Me gusta asegurarme de que realmente no volverá a molestar a mi esposa y que después no vaya a salir de su tumba como lo hacen en todos los programas de televisión, para dañarnos la tranquilidad. - Arturo al escuchar mi respuesta, medio se sonríe por mi comentario de la televisión al guardar nuevamente su arma en el estuche.
- Definitivamente eres un hombre de armas tomar… qué te parece si vamos a tomarnos un trago?.
- Gracias por tu invitación, pero creo que ya es hora de volver con mi esposa. - Le digo y luego me apresuro a salir de ese horrible y grotesco lugar, ya que después de todo lo ocurrido esta noche, lo único que quiero hacer es estar con mi esposa y abrazarla.