Estoy terminando de colocarme la ropa cuando Damián me abraza desde atrás, aparta mi cabello hacia un lado y me besa el cuello. Me rio y acaricio sus brazos que me rodean por la cintura.
- Tienes hambre?. - Me pregunta Damián de manera algo seductora.
- Siiii y mucha. - Le respondo bastante divertida.
- Bueno... a esta hora no hay mucho... solo restaurantes de comidas rápidas. - Me dice mientras apoya su mentón en mi hombro.
- Bueno... no sé tú, pero yo quiero pizza. - Le digo mientras estiro un poco mi mano para coger mi bolso.
- mmm... conozco el lugar indicado, es uno de mis lugares favoritos, lista?.
- Por supuesto que sí, vamos que tengo hambre... - Le digo mientras le sonrío al verle la cara haciendo pucheros como su hermana.
Lo jalo de una de sus manos hacia la salida de mi oficina y luego hacia el elevador, entramos y comienzo a mirar en mi celular unos correos electrónicos que no había revisado. Cuando de repente, Damián me quita el celular de las manos, lo observo alzando una de mis cejas haciéndome la molesta.
- Estas no son horas para que sigas trabajando, son las once de la noche. - Me dice mientras se guarda mi celular en uno de los bolsillos de su saco.
- Bueno... tú aún estás trabajando...
- Para mí nunca ha sido un trabajo cuidar de la mujer que amo y mucho menos ahora que es mi esposa y mi mujer... - Me dice al acercarse, llevándome hasta una de las esquinas del elevador pero cuando va a besarme, las puertas del elevador se abren. Le sonrío burlonamente y me salgo por un lado para salir del elevador y dirigirme hacia el estacionamiento.
Escucho sus pasos detrás de mí, luego escucho cuando le quita el seguro al automóvil, por lo que abro la puerta del copiloto disponiéndome a entrar pero él me detiene colocándome contra el auto y besándome apasionadamente. Nos separamos después de un rato y solo me puedo reír al mirarlo.
- Qué te pasó?. - Le pregunto muy divertida al tener mis manos alrededor de su cuello.
- Ya nunca más me quiero quedar con las ganas de besarte. - Me dice para luego volver a besarme, envolviéndome en sus brazos.
- De verdad que me encanta escuchar eso, pero me estoy muriendo de hambre o acaso me vas a dejar morir... - Le digo mientras le pongo cara de moribunda y él se sonríe.
- Está bien, ya deja el drama... vamos. - Me dice rodando los ojos, soltándome para que pueda subirme al auto.
Después unos quince minutos llegamos al restaurante de comida rápida, hacemos nuestro pedido y luego nos sentamos uno frente al otro.
- Damián... - Hablo para que él me preste un poco de atención, ya que esta absorto viendo la emisión repetida de noticias.
- Dime... - Me responde mirándome de inmediato.
- No quiero que uses más el uniforme, tú posición ha cambiado.
- Pero este es mi trabajo, yo sigo siendo tú guardaespaldas y...
- Y nada, eres mi esposo ahora, el hombre que amo y estás a cargo junto con tus amigos en la protección de todos nosotros... digamos que eres el jefe ahora. De hecho, creo que deberíamos buscar a alguien para que te reemplace y me cuide, así podrás enfocarte en todo lo demás...
- Absolutamente no y no lo vamos a discutir, yo seguiré siendo tú guardaespaldas y está bien... ya no me pondré el uniforme... pero sobre lo demás, no quiero volver a escucharlo... - Me dice muy seriamente.
- Está bien... pero te pondrás trajes que no se parezcan a ese que tienes que es como de funeral.
- Si... de acuerdo... - Me responde al coger mis manos que están encima de la mesa.
Nos traen el pedido y comenzamos a comer la pizza, nunca me había sabido tan bien una comida, no sé si es por el hambre o porque en este momento me siento la mujer más feliz del mundo.
Miro a Damián mientras mastico la comida y aún como que no me creo que él me ame, que ya sea su mujer en toda la extensión de la palabra porque prácticamente habíamos pasado la mitad de la noche haciendo el amor en mi oficina. Todo esto es como un sueño hecho realidad.
- Ves que no soy ningún tonto... - Me comenta sacándome de mis pensamientos.
- Qué dices?... - Le respondo algo confundida.
- Observa a ese par de hombres que están en una de las mesas a mi lado izquierdo... - Me dice algo serio mientras se hace un pequeño masaje a los lados de la cabeza.
Disimuladamente miro hacia donde él me ha acabado de decir al masticar otro pedazo de mi pizza. Veo a dos hombres de unos treinta más o menos, hablando entre ellos y mirando hacia nosotros, pero yo no veo nada malo o extraño.
- Siii, qué hay con ellos?. - Le pregunto aún más confundida que antes.
- Qué hay con ellos?... que desde que llegamos no han dejado de mirarte, sobretodo en la parte de las piernas que están descubiertas por tu falda que se subió un poco al sentarte. - Yo sólo me rio al escucharlo.
- Y cómo puedes estar tan seguro de que me están mirando?. - Le pregunto demasiado divertida.
- Porque mi trabajo es saber todo lo que pasa a nuestro alrededor, ver cosas que los demás no ven y que no son conscientes de ello... - Me dice al levantarse de su lado de la mesa para luego hacerme una señal de que me corra para él sentarse a mi lado y dañarles al par de hombres, la vista de mis piernas.
- Amor... no estarás exagerando?...
- No. - De repente, Damián me planta tremendo beso que me deja sin aliento.
- Con qué marcando territorio... - Le comento cuando logro recuperar un poco la respiración.
- Por supuesto... - Me contesta muy cerca de mi rostro.
Terminamos de comer y salimos del restaurante, y mientras nos dirigimos hacia la casa, yo no puedo dejar de sonreír al pensar en las actitudes de Damián que me hacen sentir importante y especial.
Llegamos a la casa, entramos casi de inmediato y subimos las escalas hacia el segundo piso, tratando de no hacer ruido ya que es más de la medianoche. Vamos directamente a la habitación de Lisa para revisar que este bien.
- Debes cumplirle la promesa de ir al cine Damián... - Le digo en un susurro mientras arropo a Lisa.
- Si te parece y estás de acuerdo... podemos ir mañana que es sábado. - Me contesta también en voz baja.
- Me parece... se pondrá muy feliz...
Salimos de la habitación cerrando la puerta con mucho cuidado para no despertarla y rápidamente, Damián me levanta en sus brazos, asustándome un poco por su inesperado movimiento.
- Qué haces?... - Le pregunto en el tono de voz más bajo que puedo.
- Bueno... eeehhh, no sé supone que el esposo entra con su esposa a la habitación con ella en brazos. - Me dice muy divertido.
- Si, pero tú y yo ya llevamos varios días de casados...
- No importa, es mejor tarde que nunca. - Me dice mientras avanza por el pasillo hasta nuestra habitación. Entramos a la habitación y yo enciendo la luz.
- Ya me puedes bajar amor.
Damián camina conmigo aún en sus brazos hasta la cama, depositándome en ella con mucha delicadeza para luego quedar totalmente frente a mí, comenzando a desvestirse al mismo tiempo en que me sonríe pícaramente.
- Pero qué estás haciendo?... - Le pregunto algo divertida pero a la vez ansiosa y nerviosa.
- Pues qué crees?... no sé tú pero yo no pienso dormir en toda la noche...
- aaaa siiii? y por qué?... - Le digo mientras me quito los tacones.
- Porque pienso hacerte el amor hasta el amanecer...
Damián se sube a la cama y se ubica de nuevo sobre mí y yo sólo puedo perderme de nuevo entre sus brazos.
Ryan.
- Efectivamente señor Hall, el matrimonio entre Alexa Lennox y Damián Evans es completamente válido, legalmente ellos están casados. Acá están las copias de los documentos que acreditan que todo lo que le he dicho es cierto. - Me dice el investigador que había contratado.
Le arrebato los documentos y comienzo a leerlos, quedándome como en shock al confirmar la información.
- Mucha gracias por sus servicios, se le acaba de hacer la transferencia del último pago a su cuenta, lo acompaño a la salida. - Escucho decirle mi mano derecha al investigador.
- Ha sido un placer y ya saben en dónde encontrarme por si vuelven a necesitarme. - Responde el investigador al tiempo que salen los dos de mi oficina.
Arrugo los papeles con mi mano llena de ira. El maldito se había salido con la suya.
Me bebo todo el vaso que tengo lleno de whiskey encima del escritorio y sin poder controlar mi rabia, dejándome cegar por el odio y la frustración, lanzo el vaso con demasiada fuerza contra la pared, rompiéndolo en el acto.
- Qué piensa hacer ahora señor?. - Me pregunta mi mano derecha desde la entrada de la oficina al volver de acompañar al detective a la salida.
- Bueno... va hacer una lástima dejar a Alexa viuda tan pronto...